El fatídico reencuentro

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-¿No erais "amigos"? ¿Me has mentido, Paula? -preguntó Lucía tras pillarnos de seco en todo el acto-

Yo miré a Lucía demasiado preocupada, ya que sabía que le estaba mintiendo a alguien que me ha ayudado a estar a donde estoy ahora. Joan la miró con indiferencia, cómo si que su mera presencia le importase un comino.

-Si se supone que sois amigos, ¿que diantres haces teniendo sexo con Joan?

-Corrección: No estamos teniendo sexo, es más bien oral -le respondí-

-¡El sexo oral es más de lo mismo! ¡¡Te hemos estado buscando todo el rato!!

-¡¡Lo siento muchísimo!! ¡¡Me enamoré de Joan nada más verlo!!

-¿¡Y tenías que mentirnos!? ¿Te doy la vida y así me lo pagas? ¿Te ayudo a conocer a un chico y así me lo devuelves?

-Lucía, deja de meterte dónde no te llaman. Esto es cosa mía y de Paula -dijo Joan vistiéndose rápidamente-

Yo por el contrario, tardé en vestirme. Si bien las braguitas fue lo más fácil de ponerme, ya que fue lo único que Joan no me quitó, si no que me bajó, para todo lo demás tardé.

-Joan, esto no te mete a tí. Estoy hablando directamente con Paula.

-¡¡Bueno!! ¡¡Ahora que soy el novio de Paula tendrás que sortear mi presencia si quieres llegar hacía ella!! ¡¡No te tiene que decir si se junta con un amigo tuyo!!

Mientras la discusión totalmente continuaba, yo ya pude vestirme completamente. Al menos ya no estaba desnuda, sino que estaba en condiciones.

-¡¡¿Que debería hacer ahora al respecto, eh, Paula?!! ¿¡¡Deberíamos dejar de ser amigas!!?

Esa especie de amenaza me afectó bastante. No podía creer que por haber mentido con eso iba a perder una amistad que si bien no hacía ni menos de un día que conocía, ya me había caído bastante bien. Pero amo a Joan a toda costa y no pienso alejarme de él. Creo que prefiero aún más que Lucía deje de ser mi amiga a dejar de ser novia de Joan, que aunque hayan pasado sólo unas horas, ya me había hecho completamente feliz. Éramos, somos y seremos la pareja inusual: como nosotros hay pocos.

-¡Me da igual lo que pienses, Lucía, pero amo a Joan con todo mi corazón y no me voy a alejar de él ni aunque me obligues! -le contesté tras pensarlo bien-

-¿¡Te he dado la vida y ahora me vienes con esas!? -me preguntó bastante molesta-

-¡¡Te equivocas!! ¡¡Quién me dió la vida fue mi madre!! ¡¡Tú sólo me devolviste a vivir a la gran ciudad!!

-O sea, yo lo hago con buena fé, ¿¡y tú te aprovechas de mi amabilidad!?

-¡¡No!! ¡¡Te equivocas!! Solo que... una cosa ha llevado a la otra y... ¡¡Escucha!! ¡No quiero perder nuestra amistad!

-Escuchad -dijo Joan, quién captó la atención de todas- La discoteca va a cerrar, me voy para casa. Vosotras seguir con lo vuestro.

-¡¡No, espera!! -le dije-

Joan se alejó, pero no tanto como para perderlo de vista.

-¡¡Joan, al menos donde vives!! -le pedí-

-Toma -me dió un papelito- Hasta luego, amor.

Ahora si que si era definitivo, Joan había abandonado el servidor... digo, ¡la discoteca!

No puedo con esto yo sola. Lucía y yo estábamos a una cuerda muy fina de perder nuestra amistad y yo no quería que sucediese nada.

-Paula, ¿por qué me has mentido? -me preguntó- Hubiese aceptado de buenas a primeras tú relación con Joan. ¡Además, eso era lo que quería! Contesta: ¿Por qué me dijiste que Joan tenía novia? ¿Y por qué os pillé haciendo guarrerías?

El vacío de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora