Blanca y la prensa

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Cincuenta mil cosas ya han pasado el día de hoy. Primero la puta Sara me gasta una broma escribiéndole un mensaje a mi novio de que ya no quería nada con él y luego le doy yo sin querer a enviar. Es que soy una tremenda gilipollas. Cuando fui a pedirle disculpas, no me quiso hacer caso, pero nada más que un poquito de sexo en pareja bastó para que se diera cuenta de quién soy yo: su única e inigualable hermosa novia.

Y aunque después todo fue viento en popa teniendo un poco de disfrute matutino, todo se iría al garete poco después cuando la puta de Claudia decidió hacer acto de aparición. Siempre tiene que estar tocando los cojones, la muy hija de puta. Y encima no era ni para saludar ni para darnos los buenos días, no no, ¡la muy hija de puta vino solo para follarse a mi novio! O sea, ¿¡quién coño entra a una casa a robarle el novio a alguien que ya está comprometida con esa misma persona!? Esa tía aparte de gilipollas es infiel. Siento sacar treinta insultos por frase, pero es que es la cruda realidad, Claudia solo ha nacido para tocarnos los cojones.

Pero más sorprendida estuve cuando descubrí que Joan guardaba una pistola en uno de los cajones de su casa. ¡Madre de dios! ¡Tengo un novio que posee un arma de defensa ultra peligrosa! ¡Si estoy junto a él nadie podrá ponerme un pelo encima! ¡Chúpate esa, Claudia de mierda! ¡Vete a tratar de matar a tu puta madre en la basura, capulla bastarda!

Aún así, sabía que algo había pasado entre ellos, ya que Joan me dijo que Claudia se desnudó frente a él y ella también lo desnudó. ¡Mierda! ¡Esa chupa pollas había visto a mi novio desnudo! ¡Y por si fuera poco seguro que el estúpido roce de sus tetas habría tocado a Joan, quién se pondría completamente palote mientras yo estaba completamente desmayada! Aunque confiando en él, seguro que solo se... ¡Espera! ¡A los chicos se les levanta simplemente viendo a una chica desnuda! ¡Aunque esa chica no fuese yo de seguro se había excitado y hasta tal punto de querer tocarle los senos a esa capulla de mierda de tres al cuarto! No quiero creer las virguerías que hicieron esos dos cuando yo estaba en otro mundo. A ver, según Joan, él trató de evitar que Claudia se le posase encima, pero conociéndola seguro que... ¡se la metió! ¡No puedo creerlo! ¡Joan se había tirado a mi peor enemiga cuando yo estaba inconsciente! ¿¡Y si eso le excitó más que cuando lo hacía conmigo!? ¿¡Y si le gustó más el cuerpo de mi enemiga más que el mío!? ¡Por favor, Dios, dime que es mentira y nunca ocurrió eso! ¡Que ellos dos no hayan hecho nada! ¡Que todo sea fruto de mi perversa mente que le gusta excitarme pensando que mi novio es infiel! Si, así funciona mi mente: me pone videos imaginarios de Joan siéndome infiel con otra y a mí lo que terminan haciendo me acaba por excitar. Soy rara.

Vale, dejando esas estupideces de lado, ahora tengo prisa. ¿Prisa, preguntaréis? Bueno, tal no preguntaréis, ¿ya que quién quiere hablar con una random como yo? Nadie quiere hablar conmigo, sólo mis amigas, que son igual de random o peores que yo. Es que cómo se dice, cada quién hace sus amigos y con esos se queda. Todos pertenecemos a un grupo de amigos, y de aquel no se sale. Bah, volviendo al tema que nos atañe, tengo prisa ya que Blanca me escribió un mensaje pidiéndome ayuda. Uy, que raro que no sea una foto selfie de Blanca llevando un outfit. Es que cada vez que Blanca me envía un mensaje yo ya pienso que es una foto.

¿Que le habrá pasado? ¿Que se supone que ha hecho como para estar en peligro? ¿¡Y si ahora se dedica a vender droga!? ¿¡La habrá pillado la policía!?
¿¡Y si se ha pegado de ostias con alguien!? A ver, conociendo a Blanca no creo que empiece a pegarse de ostias tan fácilmente. Ella es la típica chica tímida que la violencia no la soluciona con más violencia. Solo la emplea en cuanto es necesaria, que en la mayoría de casos es cuando aparece Claudia, vaya. Claudia, hija de la gran puta, me las vas a pagar por todas. Pagarás por todos y cada uno de tus actos. No pienso dejar que sigas haciendo fechorías al aire libre.

Curiosamente pasé por la misma calle de la perrería donde Blanca y yo adoptamos a nuestra pequeña amiguita, y resulta que aún habían cincuenta perritos en el escaparate deseando que un alma caritativa los adoptase. ¡Lo siento, pero nosotras ya hemos adoptado a Blanquita y con ella nos quedamos! No quiero tener más mascotas en casa.

El vacío de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora