Jugando con las emociones

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La mala noticia que supuso el que tantos los aeropuertos como los puertos cerraran debido a robos y avistamientos de tiburones hizo que no quisiera mirar a nadie a la cara durante tres días. No le miento a ninguna persona al decir que esos tres días sólo quería quedarme en mi cuarto llorando y durmiendo, con la única esperanza de jamás despertar. Con lo tan emocionadas que estaban mis amigas y ahora encima va y pasa esto. Vaya puta mierda, te lo juro, ojalá los acontecimientos no hubiesen ocurrido así y en primera instancia pudiéramos haber ido. No quería saber nada, ni de Alba, ni de Sara, ni de Blanca, ¡y ni siquiera de mi novio! Este último me estuvo enviando varios mensajes preguntándome qué me pasaba, y a ninguno le respondí, hasta que al segundo día me armé del valor suficiente y le contesté que estaba cabreada con el mundo, no con él, ni con mis amigas ni con mi hermana. ¿¡Por qué me voy a cabrear con gente que ni siquiera tiene la culpa!? ¡Eso es incompatible!

Pasados los tres días y supuestamente habiendo reunido ánimos para poder seguir disfrutando, supongo que ahora sí querré hacer algo. No me puedo quedar encerrada en mi cuarto hasta esperar a que algo ocurra.

Ese día fui la primera en despertarse, ya que me desperté a las siete de la mañana y por qué me había ido a dormir la noche anterior a las 12, siendo que el día anterior me eché una siesta de seis horas, no es coña. Casi todo el día durmiendo.

Lo primero que hice nada abrir los ojos fue coger el móvil y buscar el chat con mi novio. El último mensaje enviado fue por parte suya, y decía un "buenas noches" y le añadió tres emojis de corazón, a mí anterior respuesta deseándole buenas noches y que tuviera mensajes lindos con la persona que más amaba, que si no me han mentido, soy yo. Cómo aún tenía el chat abierto, le escribí un "buenos días, amor" junto con un corazoncito rosa, pero hubo algo, o más bien alguien, que me impidió hacerlo.

Otro mensaje me enviaron. El mensaje constaba de una amenaza que decía lo siguiente:

"La próxima vez que os vuelva a ver vais a morir".

Me temo que ya sé de quién proviene la amenaza. Esta Claudia solo sabe dar miedo. Simplemente ignorándolo, le di a "Marcar como leído", y le di al botón de enviar para mandar el buenos días con el corazón a Joan.

Con los dos tics y a la espera de que me conteste, es que apagué el móvil y cerré los ojos, con la excusa de ponerme a pensar en algo. ¿El que? Ni yo misma lo sabía.

Rápidamente poco después de cerrar los ojos, alguien me llamó al móvil. Era un número desconocido, y aunque siempre en la vida me dijeron que no había que coger los teléfonos de los desconocidos, si me habían llamado debía ser por algo importante.

Paula: "Hola, ¿quién es?"

Nada más esa persona soltó la primera palabra, deducí que se trataba de Albert, mi jefe del trabajo y primo de Blanca.

Albert: "¡Paula! ¡Tenemos un gran problema!"

Por como hablaba ya parecía algo preocupado, o más bien alarmado.

Paula: "¿Que es lo que ha sucedido?"

Si me ha llamado y ha pronunciado "tenemos un gran problema", no augura nada bueno.

Albert: "Alguien sabía que trabajabas aquí y ha quemado el lugar".

¿¡Que!? ¿¡Han cometido un incendio solo por qué sabían que yo iba a estar ahí trabajando!?

O sea, ¿técnicamente había sido la culpable de haber provocado un incendio aunque yo no tuviera nada que ver?

Paula: "¿¡QUÉ QUÉ QUÉ QUÉ!? ¿¡Han incendiado la empresa por mi culpa!?"

El vacío de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora