Demostrar amor

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Las tardes con su novio siempre eran las mejores, y ahora que el pelinegro se estaba mudando cerca de su departamento y las que pasaba con él eran más que de costumbre le daban cada vez más ganas de que llegara el momento de irse a vivir juntos.

Pero tiempo al tiempo, ya llegaría el momento.

Por lo pronto Carre se conformaba con esto, merendar juntos en una mesita del Starbucks mientras charlaban tranquilos, por momentos en un silencio que era cómodo sólo entre ellos. Como en ese momento que Carre se dedicaba a observar la cara contraria mientras Spreen miraba por la ventana a la gente pasar por ahí, con el sol acariciándole la piel, destacando sus pestañas perfectas que enmarcaba sus ojos.

– Estás hermoso hijo de puta – soltó el tipo de halago que solían darse entre ellos, siempre con algún insulto entremedio.

– ¿Qué decís boludo? – dijo dándose vuelta para devolverle la mirada. – Estoy hecho mierda con todo lo de la mudanza.

– Y estás hermoso así hecho mierda, ¿cuál hay? – Spreen rodó automáticamente los ojos ante sus palabras, pero se le escapó una sonrisita tan característica de él cuando le gustaba lo que le decían y pretendía que no.

– ¿Vamos para tu departamento? – fue lo único que dijo, ignorando el comentario.

– Epa – alzó ambas cejas de forma repetida, encontrándole el doble sentido. – Un solo piropo y ya querés coger, qué calidad tengo.

– Siempre siendo un pelotudo vos eh. Vamos dale – se levantó de su silla riéndose y comenzó a caminar, esperando que el más bajito lo siguiera.

Llegaron al departamento apenas unos minutos después de subirse al auto de Spreen, con Carre como copiloto porque ahora que por fin tenía el registro tenía ganas de manejar todo el tiempo a todos lados y él iba a aprovechar lo más posible tener un chofer personal.

En cuanto entraron, el castaño no llegó ni a abrir del todo la puerta que Spreen ya estaba avanzando en línea recta por el pasillo, cruzando el living a paso firme después para llegar al patio donde abrió la puerta para salir al instante. Había ido directo al patio, con un objetivo claro, saludar a su gato Barry.

Sabía que lo quería mucho, desde el primer día en que lo adoptó siendo todavía un cachorro y ellos dos sólo amigos, pero no podía evitar sentir ternura cada vez que los veía interactuar aunque fuera mínimamente. A veces hasta pensaba que estaba más enamorado de su gato que de él.

– Le demostrás más amor a mi gato que a mí vos, hijo de puta – le dijo mientras lo veía tirado en el piso de su patio, con Barry subiéndose encima suyo, buscando sus manos para que lo acariciara, cosa que él obviamente cumplía con gusto.

– Y por algo será viste – habló en ese tonito que le gustaba usar junto a su sonrisa pícara, contrastando completamente con la manera dulce en la que rascaba el pelaje del gato justo detrás de las orejas como sabía que tanto le gustaba.

– Sí, porque sos un chupapija, por eso – y como siempre, como nadie más, Carre lograba sacarle carcajadas hasta con la cosa más estúpida que dijera. Risa que hizo que Barry se asustara y saliera corriendo para adentro de la casa.

– Noo, lo espantaste a mi hijo tarado – estiró los brazos intentando en vano agarrarlo. – Esta no te la perdono.

– Pero qué tu hijo si es mío.

– Lo tuyo es mío y lo mío es tuyo, ¿no? – echó la cabeza para atrás para poder mirarlo, aunque lo viera al revés.

– Si eso quiere decir que soy millonario estoy – dijo Carre con una sonrisa de lado.

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⏰ Última actualización: Jan 27 ⏰

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IRL - Spreen x CarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora