4. Acercamiento.

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Bajo la presencia del vivo sol y un cielo teñido de claro celeste, Farfa abandonó la empresa junto a Cris, su amigo y compañero de trabajo. El aire estaba impregnado de una serena tranquilidad, mientras los rayos dorados los alcanzaban en medio de su conversación.

La ciudad dejaba paso a un murmullo leve que combinaba los sonidos de las actividades cercanas, los encuentros, las despedidas, las agitaciones y la calma misma.

— Los chicos querían salir el finde, ¿leíste los mensajes? — cuestionó Cris, absteniéndose de reclamarle a Farfa por nunca revisar el grupo de WhatsApp, una mala costumbre que siempre repudiaba.

— No vi, ¿a dónde quieren ir?

— Salir a tomar algo, una juntada, algo simple. ¿Te sumás?

— Podría ser, hoy me fijo y les aviso bien.

El aroma proveniente de un restaurante cercano los invadió de repente. Farfa recordó que durante la mañana estuvo hambriento, gracias a que el desayuno que tuvo no había sido el mejor que pudo prepararse.

Aunque si lo pensaba bien, la idea de cocinar en casa no lo tentaba demasiado. Repasaba en su mente los ingredientes disponibles en su heladera y se arrepentía de no haber hecho las compras el día anterior. Con la despensa medio vacía y las opciones limitadas, no sentía verdaderos deseos de llegar a su hogar.

Pasaron de largo el restaurante aún discutiendo los planes que harían. Farfa cortó sus palabras cuando su celular comenzó a sonar. Tenía una llamada entrante, y se extrañó al ver que se trataba de Rich.

Cris lo miraba curioso. Días atrás había escuchado sobre los interesantes encuentros que ambos habían tenido, y había estado de acuerdo en que era tanto extraño como gracioso. El modo en que Farfa se expresó respecto a Rich le hizo creer que pese a todo era una buena persona, pero que tenía una manera especial de aparecer en la vida de los demás.

Farfa pensó en contestar convencido de que tal vez era una urgencia.

Antes sólo se habían mandado algún que otro mensaje en donde, mayormente, Rich precisaba de algún contacto para instalar un servicio o algún tipo de ayuda de su parte.

— ¿Hola? — respondió, siendo supervisado bajo la mirada de Cris.

Un sonido de fondo fue lo primero que escucho. Murmullos, voces desplazadas y movimiento continuo.

— Hola, Farfa, ¿cómo estás?

— Todo bien, ¿vos?

Cris se acercó al teléfono intentando oír la conversación y Farfa lo alejó con un gesto de molestia.

— De maravilla, oye Farfa... llamaba para preguntarte si estás ocupado?

— No, ya me iba a casa, ¿por?

— Oh vale, es que estoy por el centro y quería invitarte a almorzar, si estás libre y quieres venir, por supuesto.

Farfa se sorprendió un poco ante la invitación, pero de inmediato se alegró. Ya no tendría que cocinar.

Sabía que su expresión se había mostrado graciosa porque Cris comenzó a susurrar un constante "¿Qué dice?, ¿qué dice?"

Cuando el hambre y la pereza ganan sobre la voluntad una invitación es lo que menos se debe rechazar.

— Eh, sí, dale. —contestó feliz, sin pararse a cuestionar nada. — ¿En dónde nos vemos?

— Estoy en frente de la cafetería en la que nos habíamos encontrado.

— Dale, en diez estoy.

— Vale, te espero.

Farfa colgó la llamada y guardó su celular.

Puente a las Estrellas.| FarfaRich. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora