7. Acertijos.

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Un encuentro especial se desenvolvía bajo la presencia de un suave manto azul lleno de estrellas bordadas. Junto a la terraza una vista de la ciudad nunca antes concebida se mostraba más encantadora que nunca: luces llenas de un brillo cálido, casas y edificios  que se difuminaban a la lejanía en una explosión de belleza y un mundo que se revolvía con una indescriptible ternura para aquel que supiera verlo.

La imagen efímera que se revelaba ante ellos se borraría en sólo un par de horas, pero en aquel momento pasajero era digna de atesorar. Incluso el enriedo de voces en las mesas ajenas se volvía disfrutable, suavizando el entorno.


Aquella noche Farfa y Rich habían decidido sentarse en una mesa próxima al barandal, donde las enredaderas y flores que lo adornaban volvieron más especial su cena.

Rich sonreía placidamente mientras conversaba con Farfa. Una fuerza magnética los había encerrado en una pequeña burbuja, donde solo sus presencias existían y eran sólo sus miradas las que se perseguían. Siendo guiados por una extraña fuerza de atracción, consumían cada detalle ajeno que pudieran encontrar. Así fuera un movimiento inconsciente, una sonrisa a medias, una risa pequeña.

La cena se había llevado a cabo con motivo de celebración y agradecimientos. Puesto que, luego de que Farfa buscara diversas opciones de trabajo, había finalmente conseguido entrar al equipo de marketing de una reconocida empresa, librándose así de las entregas y su puesto en el correo.

Fue complaciente para él hallarse en un buen ambiente laboral y contar con un mejor salario después de tanto tiempo buscando. Y aunque todo había marchado de maravilla, la semana pasada había atravesado un problema en el cual él mismo había logrado enredarse. Farfa fue designado para dar una presentación en la que debía exponer las resoluciones a las que habían conseguido llegar junto a sus compañeros de equipo, pero en medio de su ajetreo y las ansias acabó olvidando su pendrive en casa.

Fue así que, luego de atravesar media ciudad en busca de la llave de su departamento, correr sin descansos hasta la casa de Farfa, luego correr de regreso e "infiltrarse" en la empresa, Rich consiguió entregarle su memoria USB, atendiendo su pedido de ayuda como antes él lo hubiera hecho.

Para demostrar su agradecimiento, Farfa se decidió en invitarle una cena a Rich. No sólo lo había salvado de un buen reclamo por parte de sus superiores, sino que también había dejado en vista la preocupación e interés que tenía por su bienestar.

Los platos de comida sobre la mesa se encontraban ahora vacíos, y pronto el camarero vendría a retirarlos para ofrecerles algún postre de la carta.

— ¿Ya has pensado en las vacaciones?— preguntó Rich, mirando a Farfa casi hipnotizado.

El viento revolvía su cabello con gracia y gentileza. Las luces del restaurante se reflejaban en su rostro dándole un aspecto de una obra de arte hecha con las pinceladas más acertadas y cuidadosas. Pero lo que más le llamaba la atención eran sus ojos.

En ellos hallaba algo majestuoso, algo que se revolvía como burbujeando una sublime belleza que no tenía explicación racional. Rich quería desenterrar la magia de sus pupilas para conseguir el tesoro que ellas parecían ocultar.

A su vez, sentía que quería decirle mucho más, pero en un gesto egoísta se traicionaba guardándose sus propias palabras.

— Todavía no, supongo que algo va a surgir.

Puente a las Estrellas.| FarfaRich. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora