El frío aliento de la madrugada impactó contra el rostro de Farfa provocándole un escalofrío que recorrió su espalda. A medida que avanzaba, el sonido de la música y las voces se fueron apagando, dejando como resultado la pobre resonancia de un eco lejano.
Sintió el temblor de sus propios pasos sacudiéndolo, y luego dos brazos se aparecieron para sostenerlo con fuerza, otorgándole equilibrio.
De pronto, una sensación fugaz como una chispa se dispersó por su cuerpo y pareció desconectarlo de aquel momento. Con notable embriaguez divagó entre la mirada de Rich, sintiendo un extraño cosquilleo en el estómago. En lo profundo de sus ojos se hallaba la sensación de un suave balanceo, como si al continuar observándolo fuera a hundirse entre el vaivén de olas inofensivas, dejándose arrastrar por ellas hasta un punto sin retorno.
De los labios de su amigo se escaparon algunas palabras, y aunque Farfa no escuchaba con atención leía con gran claridad la alegría de su sonrisa. Era entonces que él deseaba reír, reír hasta quedarse sin aire o hasta que su estómago doliera; reír con muchas ganas solo porque una felicidad inmensurable sacudía su espíritu y le retorcía el cuerpo en regocijo.
Cuando Rich se calló, el silencio fue tan grave que solo el ruido de sus pasos desincronizados pudieron oírse, revelando así el abandono de las calles desiertas.
Farfa no supo con exactitud cuándo había vuelto en sí, pero notó que otra vez era consciente de lo que sucedía, y fue entonces cuando la voz de Rich comenzó a llenar su cabeza de quejas y reproches que, era sabido, ninguno de los dos se tomaría en serio.
— Mañana debo trabajar, debimos detenernos cuando te lo advertí. — dijo, todavía sonriendo sin saber por qué.
Si bien era cierto que después de tres tragos Rich había mencionado que ya era hora de marcharse, también era cierto que no fue capaz de negarse ante la insistencia de Farfa, y como resultado ambos terminaron bebiendo más de lo esperado.
Por un lado, Rich tuvo en cuenta sus responsabilidades y las de Farfa, pero a la vez también deseó quedarse y beber con él porque hacía tiempo sentía que necesitaban un momento a solas. Y durante aquellos instantes, su voz combinada con la suave música del bar le había traído un recuerdo inexacto del que no hallaba precedentes. Su sola presencia lo había anclado en el asiento sin que pudiera atreverse a abandonarlo un solo segundo.
Envuelto en esta secuencia de hipnotismo e inhabilidad habitual, Rich reconocía con honestidad la fragilidad de su propio accionar. Y era entonces que experimentaba la dulce culpa de rendirse ante las debilidades tan propias de un hombre como él.
Después de todo, siempre supo que en toda la vastedad del universo solo existía una persona capaz de acechar su alma de tal manera, y es que nadie más que Farfa podría direccionar su destino con tanta facilidad.
Rich lo observó de reojo, con el rastro de una expresión amorosa asomándose en su rostro. La luz de la luna lo iluminaba con delicadeza y él no podía menos que pensar que aquello era un acto de inocente cariño, pues Farfa parecía ser apenas besado por la débil luminosidad de la noche, resultando en una imagen enteramente divina y singular.
Sin embargo, y a pesar de la increíble fascinación que aquel momento había inspirado en su interior, debió frenar sus pensamientos cuando por fin llegaron al edificio de Farfa, medio abrazados y tambaleándose.
— ¿Vos tenés mis llaves? — Farfa preguntó, arrastrando sus palabras mientras rebuscaba entre los bolsillos de su abrigo.
Rich se detuvo junto a él, imitando su acción. Tras confirmar que no las llevaba consigo, respondió con un sonido de negación.
ESTÁS LEYENDO
Puente a las Estrellas.| FarfaRich.
FanfictionDos mundos colisionan durante el paso de una noche invernal. Los caminos que ahora se han encontrado siguen la misma dirección hacia un mundo de sueños, donde las estrellas rigen el encanto de los encuentros. ...