5. Desbordados.

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Con pasos fuertes y veloces Farfa atravesó la calle, corriendo por las cuadras de manera apresurada.

Habían pasado pocos minutos desde que Rich le pidió que fuera a ayudarlo, y en la llamada Farfa pudo reconocer cierta agitación en su voz. A pocas cuadras de distancia no era un problema para él llegar y auxiliarlo, puesto que vivían relativamente cerca.

Además, ¿qué otra cosa tendría para hacer un domingo?

Las palabras preocupadas de Rich resonaban como un eco en su cabeza. Las posibilidades se cruzaban a confundirlo aún más.

Un auto le tocó bocina por cruzar mal la calle y el estruendo del sonido aumentó sus nervios. Siguió corriendo hasta llegar al edificio. Una vez su carrera finalizó, se paró frente a la puerta recordando que no sabía en qué piso vivía Rich, así que se decidió en marcarle. Él contestó y su tono resultó más preocupante todavía.

Tocando un botón en el intercomunicador de su departamento la puerta de abajo se pudo abrir. Farfa pasó y subió al piso indicado. Encontró el número de puerta que buscaba y notó que un poco de agua se escurría por debajo de ella.

Quiso golpear y terminó empujando la puerta, ya abierta y sin seguro. El piso estaba lleno de agua, y sus zapatos se mojaron apenas entró.

— ¿Rich? — exclamó aguardando respuesta.

— ¡Estoy aquí, ven por favor! — gritó de regreso.

Farfa siguió su voz sin dificultad y lo halló en la cocina. Rich, con la ropa y parte de su cabello empapados, estaba intentando arreglar una tubería de la que toda el agua se escurría.

— Farfa, tengo una caja con herramientas encima de un armario en la habitación, tráela por favor.

Con cierto espanto a causa de la situación Farfa corrió en busca del cuarto. Le fue difícil ver la caja entre otros objetos y pertenencias ajenas que bloquearon su vista. Apenas se cercionó de tenerla, y que no fuera otra caja cualquiera, cruzó el pasillo y la sala de estar asegurándose de no resbalar.

— La tengo, ¿qué te paso? — preguntó arrodillandose junto a Rich.

Sus ropas acabaron mojadas por completo. Una hora llevó la reparación que a duras penas se logró. Se apresuraron a sacar el agua para que no llegara a otros departamentos, la escalera o ascensor.

Pese a la desafortunada situación, Farfa se sentía tranquilo de que hubiera sido una pequeña inundación del departamento y no algo peor. Un accidente habría sido más complicado de tratar, pero por suerte no habían resultado heridos y el problema no pasó a mayores.

Agotados, se sentaron casi echados sobre unas sillas de la sala que luego tendrían que secar. Fue entonces que tuvieron tiempo de aclarar un par de cosas.

Farfa no perdió el tiempo y comenzó con lo que más le intrigaba:

— ¿Desde qué hora estabas solo sosteniendo ese caño? — preguntó aguantando una risa.

— Mediodía. Empezó siendo poco y llamé al plomero pero dijo que ya estaba ocupado. Luego comenzó a salir un montón de agua y no supe qué hacer. Cuando ya había mojado toda mi cocina atiné a llamarte. Tío, si no venías, no sé qué habría hecho. - relató volviendo a preocuparse cuando lo recordaba.

-—¿Y tus vecinos? ¿No había nadie?

— En este piso estoy solo yo. En los demás no conozco a nadie, y si soltaba el caño cuando regresara habría llegado a todo el edificio. —rió por inercia. —Farfa, gracias por haber venido, de verdad. Me salvaste de una grande.

Puente a las Estrellas.| FarfaRich. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora