8. Vacaciones.

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Enero se presentó brillando con su mejor cara de sol. Junto a su llegada los vientos se habían vuelto cálidos, y las noches eran ahora tan tibias como los abrazos largos y sentimentales que se entregan en épocas de invierno.

El verde en las copas de los árboles se mecía con gracia en un baile lento, yendo y viniendo. Sonreía cada flor que sobrevivía junto a la ruta y un trozo de oro deslumbraba a la vista sobre el cielo de mar azul. Las nubes eternas, cambiantes, corrían junto al paso del día.

La música sonaba por lo bajo. Farfa abrió la ventana dejando que el viento fresco lo acariciara. Inhaló la pureza del aire limpio, alejado de la ciudad y la contaminación.

Rich había estado tan feliz la semana pasada que su alegría combinaba con la temporada reluciente que los recibía. Finalmente consiguió el auto que estuvo impaciente por recibir luego de mucho esfuerzo invertido y tiempo de espera. Farfa, que fue testigo de su entusiasmo, no pudo menos que comprenderlo y acompañarlo en aquella grata felicidad.

La carretera se tornaba tranquila. El relieve verde ocupaba gran parte del paisaje y, a lo lejos, el pasto parecía suave como las cerdas de un pincel; en el agua de corrientes lejanas impactaban los reflejos dorados del verano y entonces parecían hallarse frente a un sueño demasiado hermoso como para ser real.

Sin embargo, aquella calma tan íntima y sensible fue repentinamente quebrada por una voz en los asientos traseros.

— Farfa, ¿puedo ir adelante? Me estoy descomponiendo. — Conter preguntó, sosteniendo su estómago de manera inconsciente.

Claro, casi lo olvidaba.

Luego de haberlo charlado con Rich, acordaron que invitar a sus amigos podría ser una buena manera de integrarse en el circulo social ajeno, y podría volver a la salida aún más dinamica.

Por su parte Rich invitó a Killer, su vecino que vivía en planta baja. Al comienzo no había conversado mucho con él. Tendían a devolverse saludos cordiales y sonrisas educadas. Pero luego los encuentros se volvieron más frecuentes y una tarde, sin saber exactamente por qué, acabaron juntos bebiendo en un bar como si fueran colegas de toda la vida. A partir de entonces, Rich encontró un fuerte lazo del que se sostuvo y en el cual supo hallar una amistad espontánea y honesta. Por cuanto pudo conocer Killer era una persona amable y solidaria. Respecto a su físico, llamaba la atención su extrema palidez, una especie de vacío cegador en sus ojos, que eran más cariñosos de lo que aparentaban. Solía vestir de manera elegante y formal porque frecuentaba su oficina la mayor parte del día y ya le había quedado como un hábito.

Por otro lado, Farfa había invitado a un buen par de amigos, pero tres de ellos viajaban en el auto de Rubik, y sólo más tarde se conocerían de buena vista con Rich y Killer.

El pobre que viajaba descompuesto y al borde del vomito, lo que, por cierto, causó el disimulado alejamiento de sus acompañantes traseros, era Conter. Era un chico igualmente pálido con ojos de un profundo azul, tenía un semblante tranquilo y apacible aunque solía ser una persona irritable.

Y qué mal dúo fue a formar en el fondo junto a Cris, quien jamás se cansaba de molestar a quien se encontrara junto a él.

Rich ya conocía a Cris por este haber sido mencionado en alguna que otra anécdota o conversación de Farfa. Sin embargo, al conocerlo, no esperaba que su confianza y comodidad fuera tan… excesiva.

— Abrí la ventana y respirá. — respondió Farfa, dándose la vuelta. — Vos también Cris, si no lo dejás ir del lado de la ventana,  ¿cómo esperás que se sienta mejor?

Bajo la mirada severa de Farfa, Cris comprendió que no era momento de bromear, pues Conter pronto vomitaría y Farfa no quería pasar vergüenza frente a Rich.

Puente a las Estrellas.| FarfaRich. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora