XXVIII.- ¡Felicidades Blanca!

87 2 0
                                    

El día de la boda llego, estamos en la casa de Avila preparándonos para la ceremonia, la estaba acompañando mientras la maquillaban y peinaban. Blanca estaba visiblemente nerviosa, y yo trataba de mantener un ambiente ligero y animado.

—Tranquila, hermana, todo saldrá perfecto. Estás radiante — dije sonriendo mientras observaba cómo los estilistas trabajaban en su peinado y maquillaje.

Blanca asintió, pero sus manos temblaban ligeramente. —No puedo evitar sentir mariposas en el estómago. Es un día tan importante.

— ¿Un vaso de agua para calmar esos nervios?

Blanca le lanzó una mirada cómplice y asintió. —Sí, por favor. A ver si así logro tranquilizarme un poco.

—O podrías probar con esto, ¡te garantizo que es infalible para relajarte! — menciono en un gesto juguetón, levantando una copa de vino.

Sin embargo, antes de que pudiera seguir con la broma, mi madre intervino con una mirada seria. —Ericka, deja de tentar a tu hermana. Un vaso de agua será suficiente.

Asentí con la cabeza y fui rápidamente a buscar un vaso de agua para Blanca. Cuando regresé, ella lo tomó agradecida, aunque sus manos temblaban ligeramente.

—Gracias, hermanita. ¿Qué haría yo sin ti? —dijo Blanca, bebiendo sorbos de agua.

—Probablemente estarías tomando esa copa de vino que te ofrecí. —respondí, tratando de hacerla reír.

Blanca rió, y mientras seguía bebiendo agua, le recordé el día del matrimonio de Ana.

—Recuerda lo nerviosa que estaba Ana antes de su boda. Pero mira ahora, todo salió maravilloso. Lo mismo pasará contigo. —le recordé, tratando de tranquilizarla.

En ese momento, la puerta se abrió y Ana, mi hermana menor, ingresó al dormitorio.

— ¿Cómo va todo aquí? —preguntó Ana, con una sonrisa.

—Blanca está a punto de desmayarse de los nervios, pero estoy aquí para evitarlo. —bromeé, ganándome una mirada juguetona de Blanca.

—Eres increíble, Ericka. Gracias por estar aquí para nosotras. —agradeció Ana, abrazando a su hermana mayor.

—Es el día de Blanca, y quiero asegurarme de que todo sea perfecto para ella. —respondí con una sonrisa.

Blanca suspiró y miró a Ana con nostalgia. —Espero que cuando te cases, Ericka, tengamos la misma habilidad para tranquilizarte.

—Bueno, para eso falta mucho. —dije riendo, pero mi madre intervino con un comentario que me tomó por sorpresa.

—Viendo cómo van las cosas, no será sorpresa que el próximo anuncio de matrimonio en la familia sea pronto. —dijo, acercándose a mí y dejando un beso en mi cabeza.

—Espero que no sea demasiado pronto —respondí, intentando desviar la atención de la insinuación de mi madre—. Además, no hay nada que anunciar. No salgo con nadie en este momento.

Mis dos hermanas me miraron con recriminación, sabiendo que no estaba diciendo toda la verdad. Traté de mantener mi expresión neutral, pero Blanca no pudo resistirse a comentar.

—Ericka, siempre tan reservada. ¿Seguro que no hay nadie especial en tu vida? ¿Un monegasco?

—Con Charles, no hay nada más que lo que ya existe. —dije rápidamente, tratando de zanjar el tema antes de que se complicara más.

—Te creemos hermanita, te creemos —se me burla Ana abrazandome.

Las risas llenaron la habitación mientras intentaba desviar la atención de mi vida amorosa. Blanca y Ana intercambiaron miradas cómplices, y supe que tendría que enfrentar sus bromas más tarde. Pero por ahora, el foco estaba en Blanca y su día especial.

Un Corazón con MotorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora