V.- Revoluciones por Minuto

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Mallorca, 24 de diciembre de 2013

Hoy era la cena de nochebuena, estábamos en casa de mi abuelo en Mallorca, este año celebramos Navidad aquí a diferencia de los anteriores que lo celebrábamos en nuestra casa en Madrid. Con mi hermano estábamos sacando la comida fría que habían guardado en la nevera para poder ponerla en la mesa.

—Tu novio no va a venir ¿verdad? —preguntó mi mellizo, mientras caminábamos hacia la mesa.

—¿Por qué vendría?, está en Mónaco con su familia —le conteste —Es nochebuena no nochevieja.

—Navidad en familia y Año nuevo con amigos —dice Carlos.

—No siempre —digo —Navidad con familia y amigos, y la fiesta después de las dos del primero de enero con amigos —señaló.

Mientras colocamos los platos y los alimentos en la mesa, el aroma de la comida navideña llena la habitación. Mi abuelo, sentado en su silla, observa con alegría cómo su familia se reúne para celebrar esta fecha especial. La casa está decorada con luces parpadeantes, un árbol de Navidad adornado y un belén en una esquina.

—¿Recuerdas cuando éramos pequeños y esperábamos impacientes a la medianoche para abrir los regalos? —le pregunto a Blanca; mi hermana mayor, recordando nuestra infancia.

—¡Claro que sí! Era emocionante.—me contesta

—Y luego por la mañana papá siempre nos hacía desayuno mientras escuchábamos villancicos en la radio —agrega nuestra hermana menor —Era un momento mágico —responde con nostalgia.

—Aunque prefiero los regalos de día de reyes —interviene Carlos quien estaba junto a nuestro primo al otro lado de la mesa.

La cena de Nochebuena transcurre entre risas, historias compartidas y brindis. Mi abuela supervisa cada detalle de la comida y se asegura de que todos estemos satisfechos. La tradicional cesta de turrones y polvorones espera en un rincón, lista para ser disfrutada más tarde.

Cuando sonaron las doce mi abuela colocó la figura del niño Jesús en el pesebre, imitando el nacimiento del mismo. Después cada uno empezó a desear Feliz Navidad, al otro. Nos reunimos alrededor del árbol de Navidad para intercambiar regalos. El ambiente se llena de alegría y gratitud mientras cada uno abre sus presentes con entusiasmo. Los abrazos y los agradecimientos suceden, fortaleciendo los lazos familiares que tanto valoramos.

Pasada la medianoche, salimos al balcón para presenciar los fuegos artificiales que iluminan el cielo nocturno. Los colores brillantes y los estallidos de luz nos llenan de asombro y nos recuerdan la magia de esta época del año.

Llame a Jules para desearle feliz Navidad y me puso en altavoz para que su familia también pudiera saludar, junto a la familia Bianchi también estaban los Leclerc.

Terminada la celebración, nos sentamos alrededor de la mesa para disfrutar de los dulces típicos navideños. Entre risas y conversaciones animadas, compartimos anécdotas y recuerdos de Navidades pasadas.

 Entre risas y conversaciones animadas, compartimos anécdotas y recuerdos de Navidades pasadas

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