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—Corona Decelis... Mmh, Sera, ahora estás en segundo lugar en las votaciones...—El murmuro de Wonhee me saca de mi ensoñamiento. ¿Eh?

—Dame eso...—Le arrebato el celular rosado, y sostengo en mis manos lo innegable. No hay manera, ¿tan rápido?—Claro que Park Sunghoon iba a recapacitar. Estaría loco si no lo hiciera.—Mis dedos se deslizan por la pantalla, leyendo los comentarios. "It couple" me hace sonreír, en verdad saqué la lotería.

—Estás sonriendo demasiado para alguien que no tiene ni idea de cómo está funcionando su supuesto plan maestro—Me arrebata el celular de vuelta, y suelto un soplido. Me acomoda más en el asiento del Benz, recargando mi cabeza en el cristal.

—Ni me lo recuerdes. Lo único que sé es que las cosas van acorde al plan, no me importa tanto el cómo.

—¿No sientes curiosidad? Digo, te rechazó horriblemente y ahora, de la nada, te proclama como su pareja—Dice incrédula, y no puedo evitar darle la razón.

El chófer baja la velocidad, y puedo distinguir el viñedo familiar. No falta mucho para llegar, me pregunto si él ya estará ahí.

—Como sea, averiguaré lo que pueda. Ni una palabra de esto a nadie, ni a Garam.—La señalo con un dedo acusatorio, y solamente ríe.—Pinky promise, anda.—Le extiendo el dedo meñique, y con el suyo sella la promesa.

Me enderezo cuando el carro por fin se detiene y mi puerta se abre. Respiro el aire limpio del campo, y veo una Suburban estacionada a la entrada de la casa. Claro que es insufriblemente puntual.








—Para haber orquestado la mañana, tu punto fuerte no es la puntualidad.

Le agradezco al personal que cordialmente se lleva mi bolso y dirijo mi mirada hacia enfrente. Playera blanca, lino, nada prolijo—o no tanto—como lo que llevaba anoche. Los botones de sus mangas también están deshechos, y sus clavículas quedan visibles ante la apertura de su cuello.

—¿Por qué hablas como señor?—Giras la cabeza en fingida confusión, y el disgusto cruza su mirada. Genial, no puede ser agradable ni por un momento.

Te devuelve el gesto, su fleco moviéndose por su frente al copiar la acción.—Los negocios deben atenderse con debida formalidad.

Te ríes secamente.—Formalidad, claro. Que yo sepa, parte de la formalidad es dejarle claro a la otra parte cuando se llega a un acuerdo, ¿o me equivoco, Park Sunghoon?—Sus ojos bajan al reloj plateado que tiene en su muñeca, rodando los ojos.

El personal de cocina sale al patio donde nos encontramos, y colocan platos enfrente nuestro. Me permito tomar un respiro antes de continuar, no quiero arruinar todo con mi carácter. Volteo a apreciar el paisaje, las palmeras artificiales le agregan a la ambientación árida, y los viñedos a lo lejos me hacen sentir más cómoda ante su mirada desinteresada. Si el servicio se da cuenta de su hostilidad despreocupada, no lo demuestran en sus caras.

—Sunghoon.—Contesta secamente, y al ver la duda en mis ojos, prosigue—No Park Sunghoon, solo Sunghoon. De otra forma, te preguntarán por qué tratas tan distantemente a tu pareja.—Explica, como si fuera tonta.—Los reporteros pueden comprar información de todos lados, especialmente del personal que te sirve.—Tolero las ganas de refunfuñar, y tomo mis cubiertos para empezar el desayuno. Me mira como si estuviera loca, pero antes de que pueda reclamarle algo, me corta la palabra.—Y sería bueno que supieras que soy mayor, entonces yo marco el comienzo de la comida, no tú.

𝐛𝐞𝐠 𝐟𝐨𝐫 𝐲𝐨𝐮 | park sunghoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora