7: Despídete

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—¿realmente está bien que no trabajé hoy? —Aaron lo miró fijo, puso ambas manos en sus hombros y miró al alfa que esperaba a Gulf fuera de la entrada. Mew noto su mirada y saludo.

Gulf tampoco había visto a mew hace un par de horas, giró y saludó. Esa mañana el alfa había salido temprano luego de hablar con gulf, no sabía dónde fue pero tampoco era necesario saberlo todo.

—Ve a comerte este bombón, devorarlo por completo, no dejes ni las migajas, no solo juegues con su anaconda, usa tanto como quieras pero sé prudente, condón y anticonceptivos. —Gulf rodó los ojos, rojo hasta el cuello y se sacudio las manos de Aaron.

—No podía esperar un consejo bueno de tu parte, además, ¿quien te dijo que solo juego con su serpiente?Es así de grande y ya lo probé. —Apartó sus manos en el aire y ambos sonrieron, no era muy buen horario para estar hablando de aquello sobre todo cuando Gulf sabía que mew se marcharía al día siguiente para volver quizas nunca.

Cuando salió dando la afirmativa a mew, ambos se perdieron en el caminó a la estación de trenes, mew se comportaba extraño desde la mañana, gulf había muy bien que el alfa estaba muy encendidó temprano pero se contuvo durante toda la mañana, luego le dijo que era mejor si pedía dos días libres, quería pasar sus últimas horas en aquella ciudad a su lado, quería conocer una pequeña zona apartada del bullicio a la que solo se podía acceder en tren, las cabañas en rentar eran por día y eso le gusto mucho cuando las vio por internet, no perdió el tiempo y las reservo como una sorpresa sin siquiera saber si gulf aceptaría pero, el omega ni se lo pensó.

Iban de pie al costado de la ventana, mirando el paisaje del que mew se despedida mentalmente, lamentandose no poder disfrutar más, de la compañía y el paisaje. Se aferró a la cintura de Gulf pero su mente vagaba lejos, el omega lo notaba y solo acariciaba sus manos y su mejilla de vez en cuando, el alfa cerraba los ojos con nostalgía y sonreía mirando el paisaje aún.

Cuando llegarón mew noto que el camino y según su mapa, no eran como pensó, estaba a siquiera 40 minutos caminando, vio la cuesta que les tocaba caminar, busco con los ojos algún tipo de locomoción pero no había nada, observo a gulf que lo miraba con gracia, no podía creer que ese omega se estuviera riendo de él, su escapada romantica parecía arruinada.

—¿Estamos perdidos?—Preguntó con voz bajita y divertida gulf.

—Perdón—respondió mew—No decia nada de esto cuando hice la reserva.

Gulf tomó su mano y lo arrastr a unos metros, bastantes, entre todos esos árboles había un teleferico con forma capsular rojo, brillante, bastante dificil de ignorar en verdad.

—Los vi cuando veniamos en el tren. —Señaló—pero tú ibas mirando el otro lado del paisaje.

La voz con recelo que dejó salir gulf le causó gracía entre toda la vergüenza que estaba sintiendo. Los dos se apresuraron a tomar el teleferico que ahora estaba más cerca y a punto de partir y por fin ya estaban en caminó.

Gulf quería preguntar, no necesitaba forzar que mew se quedará, pero habría sido lindo que se lo dijera. Que le dijera que no quiere irse porque se enamoró de él. Así como gulf sentía que estaba enamorado, cualquiera que le viera y oyera sus pensamientos, pensaría que era una locura, me no alcanzó a estar un mes con él pero gulf sentía que no podría volver a enamorarse si no era mew. No era una locura, o quizas si, pero quien dice en cuánto tiempo podemos enamorarnos o define un plazo para amar.

Nadie puede sentirse en el derecho de imponernos esas cosas y para gulf, mew era alguien de quien puedes caer enamorado rápidamente, es dulce y suave, huele como el bosque y el océano, cuando lo mira parece que nada más existiera, pueden hablar por horas y no se aburren, pueden hacer el amor hasta el cansancio y siempre se siente irreal cuand sus cuerpos se enredan de esa forma.

El deseo del sicario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora