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Era otra mañana en la que JungKook visitaba un pequeño café cerca del edificio de apartamentos donde vivía, con las intenciones de poder tener un buen comienzo de día.
Sin embargo, ¿Qué era un buen comienzo de día para él? Bueno, se trataba de ver a su crush en aquel lugar, llamado Kim TaeHyung. Sí, aquel chico de hebras rojizas y rostro semejante a un dios griego que lo atendía todos los días que visitaba el café.
Claro, una de las razones por las que iba allí era por el delicioso menú de desayuno que tenían ya que al poder lograr su primera mudanza en un apartamento, aún le era difícil poder alimentarse apropiadamente, por tanto, iba a desayunar ahí. No obstante, la primera principal razón era TaeHyung, quién lo hacía suspirar a cada momento.
Acomodó sus hebras pelinegras un poco y, como siempre, los nervios lo atacaron por saber que vería al lindo chico.
En la espera de ser atendido, sacó su pequeña libreta de dibujo para empezar a hacer algunos trazos aleatorios, aún sin saber lo que haría.
─── ¡Hola! ─── Una cabellera semejante a un tomate apareció en su campo de vista. Alejó su mirada de la libreta y de forma rápida, sus mejillas se encendieron ahora pareciendo él un tomate.
─── H-Hola ─── La voz le tartamudeó como de costumbre, no pudiendo controlarlo.
La sonrisa de TaeHyung se extendió de extremo a extremo, pareciéndole tierno JungKook.
─── ¿Lo de siempre? ─── Preguntó, ya sabiendo el pedido de casi todos los días del pelinegro.
JungKook ni siquiera fue capaz de poder mantener el contacto visual con él por más de 7 segundos, debido a que el remolino de mariposas se estaba abriendo paso a través de su estómago al percatarse de algo.
