Capítulo 3

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Layla se quedó en silencio mientras me observaba con sus enormes, azules y profundos ojos que solo reflejaban decepción y tristeza.

-¿Qué tengo que hacer para que pares?

-No quiero que te tomes esto como una escusa, pero quiero que te vengas a vivir conmigo mientras acabo la universidad - dobló las rodillas y las abrazó contra su pecho.

-Si eso te ayudará, adelánte - besé su frente y me levanté para poder acabar de vestirme.

-No te veo muy ilusionado - me siguió con la mirada.

-Porque preferiría que eso no fuera el motivo para que volvamos a estar juntos - me puse los pantalones bajo su atenta mirada.

-Pues lo siento mucho - acabó de vestirse y se fue directa al salón.

-Mierda - susurré. Cagarla, en ese momento, no era lo más adecuado para ella. Parece ser que soy experto en joderlo todo.

Volví al salón y empecé a limpiar los ceniceros llenos de colillas. Ella estaba sacando y poniendo ropa en la lavadora.

-No tienes porque venir conmigo - rompió el silencio - Te ayudaré a limpiar un poco esto y volveré a casa.

-Si de verdad piensas hacer eso ya puedes coger la puerta y largárte - dejé el cenicero en la mesa con un golpe y fui directo a por ella - Pero tendrás que pasar por encima de mi cadáver - la rodeé por la cintura y la besé lentamente.

-Me habías asustado - su cara había sido como si algo dentro de ella se rompiera, pero ahora había recuperado su sonrisa habitual.

-Soy demasiado impulsivo, lo siento - la abracé de nuevo y dejé que su perfume me embriagara - Te invito a cenar esta noche.

-¿A un burguer como la primera vez?

-Tu te mereces algo mejor - cogí su muñeca y volví a inspeccionar sus heridas.

-No quiero algo mejor, te quiero a ti.

-Pues seré lo mejor que puedas tener - besé su muñeca y la acaricié - Por favor, Layla, prométeme que lo dejarás.

-Te lo prometo.

Volvimos al trabajo hasta que cayó la noche y decidimos hacer una pausa para ir a cenar. El salón ya estaba prácticamente limpio, volvía a parecer el de siempre. La verdad es que no me importaba demasiado que estubiera sucio durante esos meses.

Cogí una chaqueta para cubrirme del frío de las noches de primavera, mi cartera y las llaves de mi coche.

-Déjalo ya - Layla seguía barriendo el suelo - vamos - la cogí por la cintura y le quité la escoba de las manos.

-Conduzco yo esta vez - me quitó las llaves de las manos.

-Tienes que contárme muchas cosas - dije sorprendido.

Para ser una "nobata" no conducía malamente del todo, pero demasiado despacio para mi gusto. 

No tardamos demasiado en llegar a un restaurante de comida rápida. Aparcó el coche y entramos en busca de una mesa.

-¿Yo guardo la mesa y tu pides la comida?

-Hecho - la besé antes de irme hacia el mostrador.

Pedí la comida y, mientras me servían el pedido,me apoyé de espaldas al mostrador para ver una escena curiosa. Dos niños de apenas ocho años se habían acercado hasta Layla para recoger la pelota que les había caído bajo nuestra mesa.

Me dí la vuelta, pagué la comida y cogí la bandeja antes de volver a la mesa. Alguien estaba hablando con Layla, era un tipo vestido de color oscuro y juraría haberlo visto antes. El hombre me miró y, dirigiéndome hacia él, no tardó en largárse de allí.

-¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Estás bien?

-Tranquilo Justin, solo me ha preguntádo si tenía fuego, pero ni de coña le voy a dar mi mechero - sonrió - ¿Estás bien?

-Si, es solo que su cara me suena de algo y no sé de qué.

-No importa, quizá te recuerda a alguien - le dio un mordisco a su hamburguesa.

-Tienes razón - le quité importancia al asunto y empecé a deborar mi cena.

Pearls of Evil: ReturnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora