Sanji pasó de una relación encantadora a sumergirse en los vaivenes de una conexión violenta y controladora. Su personalidad, alguna vez vibrante, se desdibujó, dejando tras de sí a un chico obediente.
Zoro, investigador de una Unidad Especial en Ok...
El teléfono sonaba sin cesar en la tranquila oficina, rompiendo el silencio que había reinado durante un día particularmente agitado. Zoro había estado en constante movimiento, de un extremo a otro, mientras Ace seguía bajo custodia y en manos de su compañero Luffy. Quién había estado minuciosamente interrogándolo, desentrañando los hilos que lo vinculaban al magnate Edward Newgate, propietario del renombrado "The Palace of Whitebeard", el colosal casino que dominaba la vida nocturna de Okinawa.
Sin embargo, tras las sombras se perfilaba una red de corrupción y tráfico de drogas, con el infame Donquixote Doflamingo, el rey de las drogas cuya sombra se extendía por los callejones más oscuros de la ciudad. Ace, con su carácter intrépido y carácter afilado, parecía ser la mano derecha y el lugarteniente de Edward, acumulando una fortuna exorbitante.
La investigación, meticulosa y perseverante, comenzaba a rendir sus frutos. Las piezas del rompecabezas empezaban a encajar, y la conexión entre Portgas y Edward se vislumbraba con claridad. Aunque, por supuesto, la superficie brillante del prestigioso arquitecto ocultaría la oscura verdad de sus asociaciones clandestinas.
Zoro se sumergió en la investigación sobre el rubio, hijo del poderoso Judge Vinsmoke, el CEO implacable de la prestigiosa farmacéutica Germa 66. Conocía demasiado bien al viejo; una figura fría y despiadada que solo valoraba a aquellos que podían servir a sus intereses egoístas. Judge era arrogante y dominante, sin mostrar ningún aprecio por la bondad o la humildad, cualidades que distinguían a Sanji, el hijo renegado, del resto de sus hermanos.
Para Zoro, Sanji no encajaba en el molde de "tiburón de los negocios" que su padre tanto valoraba. Más bien, Sanji destacaba por su ternura y compasión, rasgos que despertaban el desprecio de Judge en comparación con la ambición despiadada de sus otros hijos. Zoro se había dedicado en cuerpo y alma a desentrañar los secretos de Judge, pero lamentablemente, sus negocios, por más oscuros que parecieran, no revelaban nada turbio.
Sanji, el hijo relegado a las sombras y desheredado por su propio padre, parecía ser la víctima de un linaje marcado por la crueldad y la ambición desmedida.
Apenas contaba con 23 años, Sanji era un joven lleno de ambiciones y sueños aún por cumplir. Sin embargo, algo en él parecía haberse apagado prematuramente. Siempre mantenía la cabeza gacha cuando hablaba con los demás, como si temiera alzar la mirada y revelar algo más que su rostro. En el restaurante, su figura parecía envuelta en capas de ropa extra, como si intentara ocultar su cuerpo de las miradas indiscretas.
Observándolo detenidamente, Zoro percibía una especie de aura melancólica que envolvía a Sanji, como si estuviera atrapado en un mundo que no le pertenecía del todo. Su presencia recordaba a la de un muñeco, uno bellamente diseñado pero carente de la chispa vital que hace que uno sea verdaderamente humano. Parecía estar viviendo su vida bajo un velo de sumisión, como si su existencia dependiera por completo de la voluntad de un amo invisible.
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