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Material con contenido sensible y que podría ser fuerte para algunos.

Doflamingo terminó su puro con un satisfecho suspiro, mientras sus hombres informaban sobre el éxito de la operación para sacar a Portgas

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Doflamingo terminó su puro con un satisfecho suspiro, mientras sus hombres informaban sobre el éxito de la operación para sacar a Portgas. Aunque el oficial Luffy había puesto resistencia, finalmente lograron deshacerse de él. Muerto o vivo, no importaba; Doflamingo sabía que su mano derecha, Ace, poseía valiosa información sobre la organización. Si algo parecía fuera de lugar, estaba seguro de que actuaría sin dudarlo.

Uno de los guardaespaldas se acercó con noticias sobre los escuadrones especializados que ya estaban causando problemas en Kioto.

—¡Malditos polis! Son como ratas—, se quejó uno de los subordinados de Doflamingo.

Ace, con una expresión impasible, fumaba tranquilamente mientras cruzaba los brazos.

—¿Conseguiste la dirección que pedí?

—Sí, señor—, respondió el subordinado.—Yoshida lo consiguió. Los muchachos están allá y pudieron deshacerse de los escoltas

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Ace mientras daba una calada a su cigarrillo.

—¿Sigues obsesionado con el cachorrito de Judge, eh?—, bromeó Doflamingo, levantando una ceja con interés.—El chico es bonito, una delicia que hubiera sido la sensación en el burdel. El idiota de Judge no quiso vendermelo hace años y tú ¿Por qué te negaste?

Ace gruñó, apartando la mirada.
—Déjate de tonterías,—bramo—Ya hablamos de esto. Sanji es mío. Mejor concéntrate en reclutar mejores chicos; los clientes se están quejando conmigo

—Que molestia, me debes una grande imbécil, así que encárgate tú—recargo su cabeza en sus manos.

Ace solo giro sus ojos.

Estacionaron en el callejón de siempre y el pelinegro entró por la entrada trasera del departamento que compartía con Sanji. Habían informado a Ace que este último había regresado para recoger sus cosas; sus subordinados le confirmaron que se encargaron de los escoltas y que el rubio ya estaba a su merced.

Caminó por las escaleras, evitando el ascensor. Conocía los rincones ocultos del edificio en el que vivía. Ace entró por la puerta y esbozó una sonrisa al ver a sus hombres de pie, con Sanji con esposas en manos y pies, luciendo como un presionero vendado de los ojos y sentado en el sofá. Sus hombres se inclinaron, mostrando respeto. No pronunciaron palabra alguna.

Ace le quitó las vendas de los ojos a Sanji y lo observó con sus preciosos ojos azules, ahora llenos de lágrimas, llenos de temor y perplejidad al ver su rostro.

—¿Me extrañaste, bonito?—apretó las mejillas del rubio con fuerza, haciéndole daño, mientras con la otra mano tiraba de su cabello con fuerza—¿Te sorprendí?

𝕌𝕝𝕥𝕣𝕒𝕧𝕚𝕠𝕝𝕖𝕟𝕔𝕖 ||| ᴢᴏꜱᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora