Supresión

(Capítulo 8).

Era el décimo sexto día de Diciembre, la nieve ya comenzaba a caer, me adelante a la cabaña con un par de días de antelación para dejar todo a la perfección TODO DEBÍA SER PERFECTO, NADA FUERA DE LUGAR, TITO DECÍA QUE CUANDO SE TRATABA DE MUJERES NO HABÍA LUGAR PARA EQUIVOCACIONES.

Una vez todo limpio me dirigí a colocar mi pequeño altar a mi ángel en el clóset de mi habitación, no quería olvidar su rostro hasta poder volver a verla.

Los días se pasaron lento pero Isa llegó el Viernes por la tarde, la ayude con su maleta como todo un caballero que soy, llegó la hora de la cena y entre platicas amenas, risas, bailes y vino una pasta a la pomarola surgió.

Disfrutaba enteramente de su presencia como esperaba que ella disfrutase de la mía, su aroma, su esencia, impregnaba cada rincón de la cabaña, eso la hacía más especial ahora que estábamos juntos, los dos solos, en medio del bosque rodeados de nieve. Pero todo lo bueno dura poco, Isa encontró mi pequeño altar al husmear en mi clóset en busca de una manta, su cara de horror al regresar a la sala con una de sus fotos en la mano fue...Evidente, de que mi plan de un fin de semana tranquilo y romántico se había ido totalmente a la mierda.

-¿Pero que carajos es esto? ¿Desde cuándo me acosas?¿Qué mierda tienes en la cabeza?

Fueron algunas de las cientos de preguntas que me bombardeaban de su parte, en mi cabeza intentaba enlazar las palabras adecuadas para explicarle o mejor dicho profesare mi amor pero todo se detuvo al escuchar un "ME LARGO" ¿Qué? ¿Irte? Eso no lo puedo permitir, la tomé de la muñeca mientras caminaba con apuro hacia su habitación, ella se volteo al instante, intentaba zafarse de mi agarre pero inconscientemente este se hacía más y mas fuerte. Como hacia una hora comenzamos a danzar pero entre forcejemos, intento de huidas, un mar de insultos que jamás creí que podrían salir de su boca para mi.