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Profesor Zayn

Título: Profesor Zayn

Advertencias: Zayn muy pasiva, Liam muy dominante. Mucho calor.

Estrellé la mano contra la mesa, mientras sentía como en mi garganta se atascaba un ladrido. Juré por mi pene que estaba a punto de ladrar, hasta de morder, llegado el caso. Algunas personas voltearon a mirarme extrañadas por mi repentina acción, yo solo les di una sonrisa forzada.

Sin despegar la mirada del frente, sentía como mis pantalones comenzaban a estorbarme. Él era muy consciente de lo que estaba haciendo, y sabía que era así. Sus miradas hacia mí mordiendo el lápiz, o repentinamente pasando por mi lado y que por casualidad el marcador se cayera al suelo, lo que hacía que se agachara y dejara el culo a centímetros de mí.

Para ese momento ya se encontraba en su escritorio, dando la cara a clase. Estaba revisando unos cuadernos, pero de vez en cuando volteaba a mirarme entre los lentes, en un gesto malditamente sexy que me hacía apretar las manos, él parecía encantado con mi reacción y se mordía el labio. Yo le iba a dar un buen uso a esos labios.

Pasó la hora de la clase y mi erección ya dolía. La campana por fin sonó y los estudiantes comenzaron a salir, yo no lo hice. Me quedé en mi asiento, y cuando todos salieron, me levanté y fui hacia la puerta para cerrarla con llave. Bajé las persianas, evitando la vista hacia el interior del salón. Nadie podía ver lo que iba a pasar allí adentro.

Me giré hacia Zayn, que estaba en el asiento que solía tomar para dar la clase. Lo hice a paso lento, disfrutando de su nerviosismo. Se acomodó los lentes y tragó en seco. Él parecía nervioso, y eso solo hacía este juego más divertido.

Cuando llegué a su puesto, puse ambas manos sobre la mesa y me incliné al frente, mirándolo directamente a los ojos. Sus dedos jugaban entre sí, y yo sonreí como un lobo a punto de comerse a un conejo. Y es que sí, me lo iba a comer, pero primero debía castigarlo.

—Te gusta provocarme, ¿verdad? —Dije en un tono bajo, calmado. Eso pareció hacerlo vibrar en su asiento —Te gusta que me enoje porque actúas como una perra en celo, buscando atención —Le dije con voz gruesa y rasposa, siendo muy consciente de lo que estaba haciendo. Él se mordió el labio y en mi garganta se ahogó un gruñido.

—Lo siento —Susurró con voz dulce y pequeña. Me traqueé el cuello y deshice los botones de las mangas de mi camisa.

—No lo sientes, porque sabes que te gusta —Se estremeció por mi voz y ahogó un gemido —Te gusta que luego venga y te calme la calentura —Aún con su labio encerrado por sus dientes, asintió sin despegar la vista de la mía —Pequeña perra —Di la vuelta al escritorio y me paré frente a él. Le hice una seña con la mano y se levanto de su asiento —Esto es lo que va a pasar —Le advertí —Yo te voy a castigar y después te voy a comer y no habrá manera de que lo impidas —Mi tono no admitía replica, aunque sabía muy bien que él no se negaría —¿Entendido? —Asintió temblando en su lugar.

—Sí, señor —Sonreí contemplando a mi cena y la misma pareció encantada con el gesto.

—Buen chico —Lo apremié —Bésame —

En tiempo récord lo tenía aferrándose a mi pecho y empinándose para llegar a mi boca. Yo me encargué de cerrar la distancia y reclamé sus labios, apretándolo por las caderas. Él gimió en mis labios y el sonido viajó por mi cuerpo y terminó en mi erección que rogaba por atención.

Lo levanté sin esfuerzo y lo puse encima del escritorio, él se aferró a mi camisa y gimió cuando mi lengua tomó el control de su boca. Lo tomé de la parte de atrás del cabello y lo jalé para alejarlo un poco de mí y poder mirarlo. Sus mejillas estaban rojas, sus ojos se veían pequeños y húmedos y su boca estaba roja e hinchada. La simple vista me prendió como como gasolina al fuego.