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El sonido de la licuadora logra opacar un poco a la música que escapa de mi pequeña bocina, un bostezo se escapa de mi boca y segundos después apago el aparato

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El sonido de la licuadora logra opacar un poco a la música que escapa de mi pequeña bocina, un bostezo se escapa de mi boca y segundos después apago el aparato.

Me sirvo aquel jugo verde en mi vaso y me acerco a la pequeña barra de la cocina para poder desayunar mi sandwich.

Apenas doy el primer bocado este me sabe a gloria.

—No mames, me la rife. —Murmuro para mí mismo con la boca llena.

Pocos segundos después mi soledad cubierta por la música se ve interrumpida por unos pasos que se arrastran por el suelo.

Mi mirada se clava en él y lo escudriña de arriba a abajo y apuesto que al hacerlo mi cara es de fuchi, pero claro que él no nota eso cuando una idea atraviesa miente dibujando una sonrisa burlona.

—Buenos días guapo. —Me mofo de él que suelta pequeños quejidos al arrastrar los pies para desplazarse.—Anoche estuviste increíble.

Y por media fracción de segundo parece olvidar sus dolencias y malestares pues su rostro se convierte en confusión total al fruncir el ceño.

Acto seguido, estalló en carcajadas al verlo y él hace una mueca cuando mi risa parece aturdirlo.

—No mames con tu jeta. —Yo continúo riéndome mientras me recargo en la pequeña isla de la cocina.

—No juegues con eso. —Finalmente logra hablar y sentarte frente a mi mientras se frota la frente con la palma de su mano.

—No es mi culpa que anoche decidieras perder la conciencia en alcohol.— le digo yo mientras me separó para buscar en uno de los cajones de la cocina.

—¿Qué pasó anoche? —Pregunta él.

—¿Tu que crees que pasó? —Tomo una de sus manos para dejar unas pastillas y luego me giro para buscar un vaso de agua y entregárselo.

Alexis analiza las pastillas en su mano y con dificultad las lleva a su boca.

—Ay no puede ser... —Me quejo y en mi desesperación por verlo, le acerco el vaso y lo ayudo a beber el líquido.

—¿Por qué no tengo playera? —Dice con dificultad después de beber el agua y pasar las pastillas, su voz es ligeramente ronca y apagada.

—Te digo que te pusiste todo intenso anoche, me dejaste con dolor de cadera.—Bromeo y Alexis vuelve a verme fijamente.

Yo no puedo contener mucho mi risa y el frunce el ceño una vez más.

—Apestaba a alcohol y otras cosas, además traías una mancha de sabrá Dios que. —Explico mientras bebo mi jugo. —No iba a dejarte dormir en mi cama todo maposo.

—¿Dormí en tu cama? —Pregunta algo alterado y con los ojos bien abiertos, al instante se arrepiente y frunce el ceño.

—Sí. —Me giro para buscar algo en mi refrigerador que sea comestible para este remedo de borracho. —Pero ni te emociones, no me gusta dormir con alcohólicos.

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⏰ Última actualización: Sep 20 ⏰

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Hetero, pero no mucho (Quackity) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora