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(Narra Evelyn).
APARECÍ EN LO que aparentaba un laboratorio, delante de mí se encontraba un chico y una niña, pude reconocer fácilmente que era yo, pero un año o dos más joven.
No entiendo nada, me fijo en ambos los analizo tranquilamente hasta que el chico decide hablar.
— Ev, no quiero seguir haciéndoles esto, son nuestro amigos. — Me decía el joven castaño y pecoso.
— Ya lo sé Thom, a mi también me duele verlos ahí, encerrados y dejando que sepan solamente su nombre. — Me quedé observando la conversación algo confundida.
— Haz algo, Ev. Intenta hablar con tu madre. — Propone.
— No me escuchará, he probado varias cosas para hacer que entre en razón, pero ninguna de ellas funciona. — Expresaba cabizbaja la mini yo.
— Podemos tratar de hacer algo, una cosa que he planeado desde hace meses. ¿Quieres salvar a Newt y a los demás? — Veo a mi yo pequeña asentir. — Entonces confía en mí.
Me levanté dando una bocanada de aire mientras exhalaba e inhalaba con dificultar, ¿Quién demonios era ese? ¿Por qué me hablaba sobre salvar a "Newt" y a "los demás"? ¿Quién es mi madre? La conversación que acababa de contemplar no se iba de mi cabeza.
Después del breve episodio que tuve, fui a la cafetería, donde me dieron el desayuno en una bandeja, pasé mi mirada por todo el lugar buscando a Aris, y lo encontré, en una mesa aislada en una esquina. Me dirigí hacia donde el nombrado se situaba y me senté justo delante de el.
— Buenos días Aris. — Le dije con una sonrisa.
— Buenos días Evelyn. ¿Te enteraste de que hoy traerán a los sobrevivientes del Laberinto que quedaba?
Negué ante su pregunta, no estaba muy informada sobre este lugar, al contrario que Aris, él siempre se ha enterado de las cosas antes que los demás.
Seguimos comiendo, sin decir nada más, supongo que el estaría pensando algún plan para salir de este miertero lugar. Des de que entró por las rejillas de ventilación solo piensa en salir de aquí. Mientras que yo, por otro lado, no me quitaba de mis pensamientos el "sueño" que había tenido.
Comía cabizbaja hasta que Janson entró.
— Buenos días, espero que estén disfrutando de la comida. — Dijo con esa sonrisa que me da tanto asco. — Evelyn, ¿podrías acompañarme un momento?
