03

994 132 94
                                    

Habían pasado algunas horas desde ese incómodo acontecimiento y Matías había contactado de inmediato a sus amigos para platicarles lo sucedido en alguna cafetería local.

Sentados bajo la luz del sol radiante al lado de la ventana, Blas escuchaba con atención y sorpresa fingida la historia y observaba los ademanes y como el castaño, completamente indignado, se paraba del asiento a interpretar lo que había pasado con lujo de detalle. Juani sólo tragaba medialunas como si su vida dependiera de eso.

——¿Y qué decís que vas a hacer?

——Me parece que no tengo de otra que ir, igual—— habló luego de pensarlo un poco, no muy convencido.

Terminó su café negro de un sorbo y, cuando miró la hora en su teléfono, resopló dándose cuenta de que debía irse. Malena le había pedido que fuera a su casa, hacían un par de días que no se veían.

Eran las siete, la noche le respiraba en la nuca mientras caminaba por la vereda mirando el atardecer. El cielo se volvía anaranjado más temprano de lo normal, reduciendo el horario que podía estar seguro en la calle ante la luz del día.

Tocó el timbre un par de veces, y de detrás de la puerta se asomó esa mujer que le robaba el sueño de forma literal. Portando un babydoll, lo invitó a pasar, jalándolo desde el cuello de su remera.

Malena era rápida, concisa y no necesitaba juegos previos. Tenía claro lo que quería, el romanticismo entre ellos había muerto junto con la esperanza de Matías de sentirse amado más que deseado y usado.

Recostado en el sillón con su novia devorando su cuello, quiso recordar la última vez que tuvieron una conversación real, mirándose a los ojos sin la ropa en el suelo y sin litros de alcohol encima. ¿Dos semanas, quizás?

Se les dificultaba el habla, lo suyo no era una relación convencional y según ella, eso era lo que los hacía “especial”, ya que sin ningún tipo de ataduras habían permanecido juntos por más de cinco años. Porque sí, Matías había aceptado abrir la relación a espaldas de sus amigos.

Lo había engatusado con tan sólo doce años, recalcando su madurez y lo distinto que era a los demás. Su romance  comenzó cuando él tenía dieciséis y ella no estaba muy lejos de doblarle la edad. En busca de una excusa para que no se alejara por sus casi infidelidades, se libró de la culpa echándole en cara que su relación no estaba formalizada.

Y fue allí donde todo se desencadenó. Malena era el primer, último y único amor que había experimentado en su vida, y claro está, lo enorgullecía saber que una persona diez años mayor se sentía atraída por él.

Si bien hasta el día de hoy ni Blas ni Juani estaban de acuerdo en absoluto, dejaron que manejara su vida, que juzgara según su propio punto de vista y que aceptara el cariño y respeto que creía merecer. Cuando cumplió dieciocho, dejaron de involucrarse más allá de uno que otro consejo cuando se los pedía.

A veces dudaba de si lo suyo era un noviazgo real, si iban a casarse y si era lo que realmente buscaba en una pareja. Viendo a Perséfone, la gata, paseándose por la habitación meneando la cola y a la morocha desnuda y bajo los efectos de la marihuana a su lado, se cuestionaba si en serio merecía ser una especie de desquite.

——Mati, te sonó un mensaje—— le murmuró.

En efecto, la pantalla del teléfono se iluminó por un momento, con ese sonidito tan característico que estaba acostumbrado a oír, específicamente designado al grupo con los chicos. Suspiró y lo arrastró hacia sí mismo con una mano.

“Puticlub: Carrusel: ¿Sale joda?”.

Sin compromisos, trabajo ni interés en los estudios, los rizados salían cada finde, e incluso entresemana. Era casi imposible convencer a Matías de que accediera a acompañarlos, pero cuando lo hacía, era una tarea difícil despegarlo del alcohol.

𝐎𝐋𝐃𝐄𝐑, matíasxenzo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora