Durante el resto del día Matías se la pasó pensando en alguna excusa para sacar a Malena de la casa y posponer ese inevitable encuentro entre ella y el profesor. A veces se le hacía complicado seguirle el ritmo a su novia, diez años mayor que él y con otras aspiraciones en la vida. Ahora quería acostarse con un hombre más atractivo, inteligente y, claro, más exitoso e interesante de lo que sería capaz de ser jamás.
No hablaba con sus amigos hacía horas y se le hizo incómodo volver a su casa y ver a Blas acostado en el sillón como si fuera suyo. Ahora que su relación había salido a la luz no tenía nada que ocultar, y como tenía hartos a sus padres por la independización fantasma que había prometido pero no cumplía, Esteban no dudó en permitirle que se quedara cuanto quisiera con tal de que las discusiones entre sus suegros y su novio cesaran. Lo que más le molestaba de eso a Matías era que nadie le había preguntado su opinión al respecto, quizá querer que le pidieran autorización era demasiado, pero ni siquiera le habían avisado.
Encerrado en su cuarto escribía y borraba mensajes, pero no eran a Malena. Luego de que falló su invitación a pasear y tener una noche romántica, vio como última alternativa convencer a Enzo de que asistir no era una buena idea. No fue complicado conseguir su número, bastó con ofrecerle un trueque a Viviana, la delegada del salón, unas gomitas ácidas a cambio del contacto.
“Soy Matías, vení a casa, tenemos que hablar" escribió y borró, era una invitación a que le metieran algo de nuevo. Necesitaba algo conciso y convincente. Mentir y engañarlo no era una opción, ¿o sí?
Se acomodó en su cama, pensó un poco y finalmente formuló un mensaje que le cerró: “Te habla Mati, dijo Malena que mejor en tu casa”. Lo envió y tiró el teléfono bloqueado al colchón, dejándose caer en el suelo y cubriéndose la cara con las manos, rodando lejos con el fin de huir de la inminente respuesta del Vogrincic. Temía las consecuencias.
A los pocos minutos su celular sonó y sintió un vuelco en el estómago. No era el tono particular que tenía para la gente cercana. Se levantó tragando saliva y se aproximó a la cama hecho un manojo de nervios. “Dale, Matías, como quieran” leyó y suspiró al ver que resultó su plan. Mas ahora había un inconveniente, y era que no tenía idea de dónde vivía y preguntarle a su chica no era factible. Si le preguntaba al mismo Enzo, arriesgaba su mentira.
Tampoco quería levantar las sospechas de Viviana pidiéndole tantos datos que quizá ni poseía, por lo que no le tocó más que ir hasta la universidad a esperarlo. Sabía que los profesores, o al menos la mayoría, pasaban allí hasta las siete de la tarde, entre correcciones, asuntos, documentos y clases nocturnas a adultos.
Nunca creyó que en algún momento haría eso, pero ahí estaba, apoyando en el auto de su docente que, por cierto, no le costó demasiado reconocer. El atardecer se aproximaba, estaba oscureciendo más temprano de lo normal y eso dejaba más noche que día.
——¿Qué hacés acá? ——alguien le dijo y levantó la cabeza de inmediato. Pero no era a quien buscaba.
——¿Vos? ——se apresuró en contraatacar.
Parándose con los brazos cruzados en frente suyo, Agustín frunció el ceño y lo miraba como si estuviera cometiendo un crimen.
——Trabajo acá ——obvió, poniendo los ojos en blanco.
Pardella, en efecto, era un docente de la institución. Si mal no recordaba Matías, le dio Filosofía o algo así el año pasado. Era el típico profesor despreocupado y mala influencia que se hacía amigo de los alumnos más impertinentes.
——Ah, claro ——golpeó la punta del pie contra el suelo, evitando su mirada a toda costa ——Yo nada, sólo estaba pasando.
——Pasando, sí, sí, ¿sos vos el que se garcha a Enzo, no? ——soltó de pronto, dejándolo helado.
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𝐎𝐋𝐃𝐄𝐑, matíasxenzo.
FanficDespués de un año sin hacer nada y temiendo reprobar la materia, Blas no duda un segundo en insinuársele al profesor. Pese a su insistencia, este deja claro que el único alumno con el que podría meterse era Matías y, desesperado por subir su calific...