De la crisálida la mariposa se transforma, dejando atrás el pasado lleno de crueldad, y revelando su forma original, muestra la belleza de sus alas.
Como un río en movimiento,
la mariposa toma vuelo en el cielo azul. Desplegando sus alas con orgullo...
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Jace de había ido , no tenía la menor idea de dónde había ido, me quedé en el café hasta que había terminado mi diseño.
Salí del lugar dando las gracias al gerente y a los chicos de nudillos ardientes que se quedaron hasta que me fuera del lugar.
Mientras caminaba tranquilamente, el aire caluroso era más que cálido en mis mejillas.
Los alrededores eran más que tranquilos. Seguía caminando con toda la confianza del mundo cuando vi a Daniel sentado debajo de un árbol suspirando a mas no poder.
El aún lleva el uniforme de la escuela. Sostenía con fuerza un billete de quinientos Wones.
Su rostro mostraba distintas expresiones, cosa que no lograba entender, queria mantener la distancia, pero la curiosidad de verlo algo angustiando, gano mas que mi ideal de tranquilidad.
Me acerque a el a pasos lentos y tranquilos, hasta quedar frente a frente de el, un suspiro más de Daniel, y decidí hablarle.
—¿Daniel?— al escuchar su nombre, el levantó la cabeza, dejo atrás sus expresiones tontas y me miró sorprendido.
—¿Nabi...?— dijo.—¿Que haces aquí?— pregunto.
—Eso mismo iba a preguntar, suspiras mucho en la tarde de hoy.— me senté alado de el. Ya se había de noche.
Espero que Eli haya llegado a casa.
—¿Te preocupa algo?— pregunté mientras miraba como el sol, se ocultaba. El hermoso atardecer, poco a poco era cubierto por la noche.
—Nada en realidad— contesto.
—Mentiroso— murmuré. Lo mire y el a mi.—paso algo ¿Verdad?
El dio un pequeño brinco, ante mis palabras, yo estaba en lo cierto.
—Eres muy observadora— Sonrió.
—Es solo que, verte suspirar, hace pensar que tuviste un mal rato.
—Bueno, descubrí algo que me deja deprimido.— agachó la cabeza en tristeza y el billete de quinientos Wones lo agarro con más fuerza.
—Puedo escuchar si eso quieres— mire una vez más hacia el horizonte.
—Soy un mal hijo— soltó.—No tenía idea, que mi madre se esforzaba tanto por mi, siempre la culpaba por todo.
Ahora entiendo, no importa la apariencia, siempre hay algo adentro de ese rostros bonito suyo.
—Sigue, yo te escucho.— dije tranquila en consuelo.
—Hoy, descubrí muchas cosas, sobre mi madre y lo que hace por mi, siento que le he fallado a mi madre.— mire a Daniel y vi como llevo el billete a su rostro donde unas cuantas lágrimas salían de el.—Debo hacer algo por ella.— decía entre cortado.
