Capitulo 4

11 0 0
                                        


La casa era enorme, oscura, vieja, llena de cuadros horribles y muchos pasillos lo que significaba que había demasiadas habitaciones, y en cada una de ellos entrabamos buscando algo, pero no sabíamos que; las dos primeras veces entramos con miedo, lo malo era que no teníamos idea de que nos podíamos encontrar como tampoco de porque estabamos ahi. Abrimos la puerta y desde ese lugar, recorrimos el lugar con una mirada rápida buscando alguna salida o algún objeto que nos dijera algo.

Caminar por los pasillos te erizaba la piel, te recorria un sudor por todo el cuerpo, a algunos nos hacía temblar las piernas, y a otros sollozar, a la vez que caminaban abrazados al de al lado. Nadie nos decía nada, todo era un misterio. Siempre quise una anécdota así para recordar, pero en este momento ni siquiera conocía si iba a estar para contarla.

En mi mente aparecian flashbacks de momentos que no creía importantes pero que entonces, eran la fuerza que necesitaba para abrir cada puerta. A mi mamá, a toda ella, su esencia, sus ojos, las veces que me decía "nana", no existe un apodo más hermoso para mi que ese. Mi perro que entra a la pieza a revisar si estoy acostada y se va. Mi papá y todas las veces que lo escucho al dia decir "ujum, dijo la muda", mi hermano y la relación que no supimos ni pudimos tener. Ufff hasta mis amigas, cuando vamos por la segunda cerveza en copa y ya todo nos parece gracioso. Todas las metas que tengo anotadas para este año y que de repente dejaron de ser relevantes y hasta inalcanzables. Desee tantas veces desaparecer del mundo, que ahora que lo estoy, me pregunto si me estarán buscando, si alguien preguntara por mi, o si simplemente me aferro a la ilusión de que voy a poder salir de acá y de que mi vida cambiará, como siempre quise pero que nunca tuve la valentía.

Cuando volví a mi presente y deje atrás los pensamientos, me di cuenta de que lagrimas caían de mis hijos y que Flor y una chica mas estaban junto a mi, una a cada lado agarrándome del brazo. Me sequé las lágrimas y respiré tan hondo como pude.

Al final de ese pasillo había una puerta distinta a las demás, era color violeta, me acuerdo porque era como la de la casa de Mónica de Friends pero sin serlo. ¿Atrás de ella, estaba nuestra salida o nuestra perdición?

No fui yo quien decidió agarrar el picaporte y tirar; creo que se llamaba Pedro pero eso es de lo que menos me acuerdo. Todos lo seguimos, en cuanto vimos que la cruzo.

El alivio, la sensación de libertad, la alegría y un montón de otras emociones se apoderaban de mi. Era un patio, un patio que tenía vecinos, solo teníamos que saltar el tapial y pedir ayuda, ¿qué tan difícil podía ser?

No seas una heroinaWhere stories live. Discover now