❈•≪14. Intimidad y consideraciones≫•❈

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Relamiéndose los labios, Mingi tocó la puerta del dormitorio de Hongjoong con nerviosismo. Habían pasado tres días desde la última vez que se vieron, y aparte de sentir la adrenalina por este motivo, estaba también el factor de quererle contar que había obtenido el reconocimiento de Wooyoung. Lo que para él, era un mérito muy importante y valioso, por sobre todo.

Sin embargo, toda la emoción se vio drenada de su cuerpo en el instante que le abrieron la puerta y un aroma intenso a jazmín le golpeó hasta dejarlo sin aire. Fue como si le hubieran dado directo en el estómago con una pesa de 25 kilos. Y la expresión de la persona al otro lado, no era mejor tampoco.

—¿Eres el compañero de Hongjoong? —preguntó con lo que parecía cansancio, pasándose una mano por el pelo—. Porque eres el décimo alfa en llamar a la puerta y me estoy cansando de mandarlos a volar.

—Lo soy —afirmó de manera torpe, sobrecogido por la información. Alfas habían querido aprovecharse de la situación de Hongjoong. ¿Qué mierda?

—¿Nombre?

—¿Disculpa? —dijo sin entender, viéndolo como sacaba un papel del bolsillo y curioseaba en él.

—Tu nombre —repitió con exasperación, mirándolo mal. Ese beta tenía huevos para hablarle así a alguien que lo doblaba en tamaño y altura—. Hongjoong me dio uno específico. Concuerdas con la descripción físicas pero eso no es de mucho. Muy ambiguo para mi criterio, así que, por favor, me dirías tu maldito nombre.

Respirando hondo, Mingi supo de inmediato que esa no fue buena idea, su cuerpo reaccionando a las feromonas de su amante como usualmente lo hacía, estremeciéndose por la fragancia potente y seductora. Un almizcle especial que había sido creado para embrujar hombres.

—Song Mingi, defensa de los Red Falcons.

—¿Posición exacta?

—Derecha —dijo tras rodar los ojos. También exasperado.

—Lleva encerrado en su cuarto desde ayer —informó no mucho después—, no ha salido para nada. Ni siquiera para comer, tampoco nos permitió entrar, así que... —guardándose el papel, hizo ademanes en el aire con las manos—. Quedas a su cargo. Buena suerte.

Y una vez le dijo todo eso, el beta procedió a salir del dormitorio, dejando la puerta abierta para que pueda ingresar mientras él se marchaba libremente. Confundido, el alfa dio pasos adentro, sintiendo como el seguro se ponía de forma automática en la cerradura una vez cerró la puerta. Y sólo por curiosidad, preguntó si había alguien allí, sólo para recibir silencio de respuesta.

Al parecer, uno a uno, habían abandonado el barco.

Tragando en seco, el moreno se encaminó hacia la puerta que correspondía al cuarto del omega y una vez estuvo frente a ella, sus dedos se enroscaron en la manija, para su sorpresa, no hubo resistencia alguna y pudo abrirla con facilidad. Una vez lo hizo, todas sus terminaciones se sumergieron en una piscina de intenciones libertinas y su mente se llenó de imágenes obscenas. Las feromonas que emanaban de allí eran de otro mundo. Densas y tormentosas de una manera que hacían doler la entrepierna.

—¿Hongjoong? —probó en llamar, asomando la cabeza con cierto temor—. Soy yo, Mingi.

Y con lo que se encontró en el interior, lo dejó con la boca abierta y los bordes del corazón adoloridos. Hongjoong se hallaba en un rincón de la habitación, acurrucado en sí mismo y con las manos en el estómago, la frente pegada al suelo afelpado y bañado en un sudor que se deslizaba hasta perderse en la alfombra.

Era brutal. Una imagen que desgarraba almas.

—Cariño —susurró con la voz hecha un lío, una inflexión lastimera y baja, compasiva—. ¿Por qué no me llamaste o a Wooyoung?

Tug of War - [MinJoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora