¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Decir que su amistad había comenzado normalmente hubiese sido una mentira. Es decir, habían tenido durante un tiempo, peor relación que Draco y Harry.
Decir que su amistad era una linda y pura amistad de adolescentes para variar sería incluso menos cierto...
No, Nami había descubierto sin poner un verdadero freno, que había significado aquel "seamos amigos" dicho a mitad de pasillo del Instituto en el capítulo anterior.
En dos meses, tres semanas, cuatro días, veinte horas y. Muchos minutos y segundos, Nami había entendido, sin mucha sorpresa en verdad, que la amistad de Luffy iba condicionada de una forma que pese a todo, le gustaba. Las palabras de Luffy habían tenido aquel peligro implícito, y Nami pese a saberlo, se había lanzado a la dimensión desconocida sin dudarlo siquiera un poco.
Y ahora, escondidos en la biblioteca y aprovechando de que todos comían en la cafetería, Luffy se dedicaba también a comer...
—Ahora sí... Eres una... Rata de biblioteca— Nami gimió, mientras intentaba formar palabras coherentes entre tanta idiotez a la que solían entregarse en ciertos momentos.
La risa de Luffy chocó contra su cuello mientras seguía embistiendo contra su cuerpo con un ritmo constante, por lo que Nami buscaba sostenerse con firmeza de sus hombros.
Ah, odiaba su personalidad aún, porque Luffy seguía siendo el mismo idiota de siempre a ojos de la pelinaranja. ¿Pero su risa? Su risa de retrasado teniendo un ataque de asma lo hacía sentir tan bien...
Dos largos meses en los que su amistad había evolucionado del Drarry y se había vuelto tan cercana como la de Ron y Hermione, y eso que ni siquiera tuvieron que gastar el tiempo en buscar las reliquias para conseguirlo.
—Me alegra que te guste estudiar conmigo —Luffy bromeó, tirando del lóbulo de Nami entre sus dientes y empujando una vez más contra su cuerpo, sintiendo las manos de la pelinaranja deslizarse hasta su espalda para acercarlo todavía más.
—N-No puedo... Luff...
—No chilles...—. Besó lentamente a Nami para acallar sus gemidos, mientras sentía como las uñas de la Presidenta se clavaban en su espalda, luchando por sostenerse en aquel momento de estudios de anatomía. —Sostente pequeña Lois, te llevaré a volar.
—Ah... Por qué Lois... Mejor ser tu kryptonita... Ahí... Justo ahí... —. Un gemido agudo escapó de su boca cuando Luffy golpeó con fuerza contra su punto dulce.
—Por eso. Eres mi Lois...
—Imbécil...
Luffy gimió, embistiendo con más fuerza hasta que el calor lo envolvió y las paredes de Nami se contrajeron contra su luffy en minúscula, terminando en su interior un poco después de que Nami terminara con un suspiro.
Liberó las piernas de Nami para bajarla y se separó para limpiarse. Después de dos meses, la práctica hacía al maestro y Luffy contaba con un vasto arsenal de pañuelos y cosas similares para que la —aún—exagerada Nami, no comenzara a chillar por estar sucia y sudada.