Había soñado tanto con aquella cita...
Sabo y ella, paseando felices por la hermosa ciudad de Tokyo, disfrutando y riendo como dos idiot... Eh... Como dos personas enamoradas.
Todo debía salir perfecto porque Sabo lo era; todo en él. Más perfecto que Kazehaya... Y ese chico Dios que es perfecto... Y refrescante... No, Sabo era mucho mejor.
Su sonrisa iluminaba todo como un maldito farol en mitad de la noche y su personalidad era como estar viviendo en la parte linda de una película Disney... Todo canciones y alegría, antes de que la princesa idiota hiciera lo que claramente no debía hacer.
Pero ahora, sentada en esta heladería con el hombre 10 Stelly Sabo, Nami se sentía cayendo lentamente en la miseria; del mismo modo que Bambi al ver morir a su madre, estaba viendo morir sus ilusiones de una cita fenomenal que incluso pudo terminar en una propuesta de matrimonio improvisada escuchando Bruno Mars... Porque si todos lo hacían con esa canción súper sobrevalorada para propuestas, entonces Charlotte Nami también podía.
Pero no.
Porque los malditos astros, no estaban en su favor...
Porque encontrarse al maldito Monkey D. Hugh Hefner Luffy pasearse con ese intento de portada playboy, la tenía hundiendo la estúpida cuchara en esa horrible copa de calorías, asesinando lentamente aquel helado que ya ni siquiera parecía helado, sino una masa deshecha de dolor y sufrimiento.
Seguro ya está haciendo... Eso... En algún lugar público.
Nuevamente la sensación de vil traición llenaba su ser; Aizen Sousuke era una basura al lado de Monkey D. Luffy... Qué importaba haber traicionado a toda la maldita Soul Society con un peinado que lo hacía ver infinitamente más atractivo, si su hazaña quedaría disminuida a nada al compararla con el sucio Luffy saliendo con esa chica promedio.
—Animal...
—¿Dijiste algo?
Nami parpadeó, dándose cuenta de que llevaba muchos minutos perdida en el país de las Luffyvillas, pensando en el sexy cara de rata y su actitud de gigoló barato, pero súper, súper eficiente.
—Yo... Dije que... Este helado sabe animalmente bien... Ja... Ja... ya sabes, muy... Tarzanístico.
—¿Muy... qué? —Sabo arqueó una ceja, sin comprender lo que la linda e ilegal chica frente a él hablaba. Pero le gustaba con todo y sus cosas extrañas.
Aish, el idiota hubiese seguido el juego... Pero no, Sabo es maduro...
—Que está delicioso. Gracias por traerme. Me he divertido mucho.
—Bueno, me alegra también... Aunque primero pensé que nuevamente me quedaría con las ganas al ver a tu amigo y su novia Pepper.
—¡Ella jamás podría ser la Pepper de su Tony!