¿Había algo peor para Monkey D. Luffy que tener a mini Luffy en modo ataque?
Luffy suspiro, porque sí... Había algo mucho peor: tener a Luffy en modo ataque Y a Nami a su lado, durmiendo como si la cercanía no provocara nada en ella, abrazándolo y respirando tranquilamente.
Después de su conversación, Nami había caído dormida casi de inmediato y eso era de verdad una mierda. Sí, porque aunque no fuera a decirlo en voz alta aún, Nami a veces podía ser jodidamente tierna y eso causaba un colapso en su cabeza real, y eso terminaba causándole problemas en su campeón A.K.A Luffy.
Se movió un poco, decidiendo que lo mejor sería ir a encargarse de su problema al baño para dejar de sentir las ganas excesivas de portarse mal; sería un encuentro con su viejo amigo luego de mucho tiempo.
Un Solo Game que lo ayudase a dormir tranquilo.
—Ya, pequeño... So, campeón, ya va papi a encargarse de ti... Calma.
Susurró a su pobre luffy, separándose de Nami sin demasiado ánimo de alejarse y caminando lento hacia el baño, sintiendo la molesta presión de la ropa contra su ahora estrangulado orgullo.
Hubiese preferido tanto volver a ser Lion-O y usar su espada del Augurio en Nami, pero la pelinaranja ni se enteraba de lo que producía. Chasqueó la lengua y bajó su ropa para liberar a la bestia, buscando el jodido lubricante para que su mano se deslizara fácilmente.
Cerró sus ojos y agradeció que la linda Presidenta le hubiese dado imágenes mentales para el recuerdo en el último tiempo; gimió tirando su cabeza contra la pared, totalmente sumido en su fantasía donde no era él sino Nami quien hacía uso de sus inexpertas manos.
—Mierda... Nami...
— ¿Sí?
—Puta madre, ouch... —se quejó de dolor al tirar demasiado fuerte por la sorpresa; su respiración agitada y sus ojos abiertos ampliamente al darse cuenta que Nami lo observaba con una ceja arqueada y mordiendo su labio como la Diosa calienta sopa que era. Como si estuviera dudando en moverse.
—¿Estás haciendo eso... Mientras piensas en mí?
Luffy ahogó una risa. — ¿No?
Nami rió. —Bueno, entonces te dejo; veo que quieres ser como Batman y hacer todo solo —dijo encogiéndose de hombros, en una aparente falta de interés.
Luffy jadeó ansioso y antes de que hiciera una teletransportación fuera de su alcance, tiró de su brazo para acorralarla contra la pared, viendo a Nami sonrojarse y enviándole un doloroso pinchazo de placer ante aquella imagen.
—Creo que Luffy y yo queremos ser parte de tu Liga de la Justicia, Superman.
—Bueno, quizá debas esforzarte más si... Dios... Cómo es que...
Luffy sonrió antes de succionar el lóbulo de Nami y desabotonar su short para deshacerse de el con facilidad, escuchando los gemidos de la pelinaranja.