AGUA MOLIDA Y VIENTO RASPAO

Capitulo 5

Alias Piraña ingresó a la guerrilla con el único fin de enriquecerse y lograr el poder. Los ideales de la organización le valían un pito pero aparentaba ser un hombre integro aunque en realidad era un ser humano resentido, perverso y vengativo. Con su hipocresía logró engañar a alias Mamoncillo, un comandante entregado en cuerpo y alma a la organización. Ambos pueblerinos, con el corazón magullado y los sentimientos destrozados por la guerra, pero con una gran diferencia filosófica.

El desgarbado hombre dotado de muy poca simpatía, poseedor de una fea hilera de dientes diminutos y puntiagudos en su pequeño y extraño rostro, característica física que utilizaron sus compañeros cocaleros para darle tan curioso sobrenombre. Traumatizado desde niño al ver morir a sus padres en garras de hombres desalmados paramilitares, que con una sierra los despedazaron vivos al querer oponerse a los abusos de los terratenientes que pretendían apoderarse de sus parcelas, creció con el odio recorriendo sus venas. Y siendo adolescente sufrió de nuevo la crueldad al tener que presencia el ultraje de su primer amor en garras de uno de los hombres que años más tarde sería nombrado senador de la república y del que juró vengarse tarde o temprano. Atormentado por el dolor en su alma huyó lejos de su natal pueblo costero y fue a dar a las montañas en donde se dedicó al negocio de la droga raspando hojas de coca durante varios meses. Allí conoció al comandante Mamoncillo encargado de cuidar de los cultivos de la planta a quien convenció de aceptarlo en la organización con el único propósito de sacar tajada en el negocio del narcotráfico, que no sólo enriquecía a la guerrilla y los paramilitares sino a aquel que quería lucrarse a través de éste, incluyendo grandes personajes de la política y altas esferas de la sociedad colombiana. Se sintió satisfecho al lograr lo que tanto había deseado y con un abrazo de judas, agradeció a Mamoncillo su admisión en la guerrilla demostrando desde el comienzo una devastadora cruelda. Su meta era lograr la comandancia para manejar no sólo las ganancias que produce el comercio de estupefacientes, sino también los dividendos del secuestro, y de paso lograr su tan anhelado desquite. Los ojos inquisidores le causaron suspicacia a los hombres del ingenuo comandante, quienes en varias ocasiones quisieron delatar sus crueldades, pero el astuto siempre lograba salirse con la suya utilizando artimañas y palabrería para ocultar sus trampas y mal comportamiento que terminaban en una gran capacidad de convicción.

Llegar a la comandancia le costó mucho trabajo, casi cuatro años; tiempo en el cual pensó en traicionar y hasta asesinar al hombre que lo consideró uno de sus discípulos para suplantarlo, pero la desconfianza que inspiraba a los hombres que comandaba no se lo permitió. Su perseverancia acompañada de la falsa lealtad y humildad que aparentaba con atenciones hacia su jefe, hizo que fuera nombrado en el cargo que tanto quería, con la ayuda de su comandante quien siempre se resistió a creer que era un hombre traicionero y perverso creyendo que el resto de hombres envidiaban su amor por la organización y su acatamiento hacia él.

Benjamín Bejarano y Tulio Matías observaron con desencanto la llegada de Piraña junto a los pocos hombres que lo escoltaban, el caballo azabache del indio cojeaba y sobre su lomo Mis Katherine se veía abatida y acongojada.

— ¡Ayúdenla! — gritó, mientras sentado en el borde de un estanque se quitaba las botas. Una guerrillera se acercó al caballo haciendo un ademán a otros hombres para que la ayudaran a bajar, la sentaran junto a los dos secuestrados y le dieran agua.

— ¿Qué hacemos con el caballo? — dijo uno de los hombres. Observa al débil animal tirado sobre un pastal desangrarse, con la cabeza reposada sobre las patas delanteras. Parecía que iba a morir, pero el comandante desenfunda su revólver y desde donde estaba sentado disparó al animal justo en su cabeza. El animal relincha prolongadamente, y tratando de levantarse, murió.