Capitulo 6

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El regreso del comandante Mamoncillo fue motivo de alegría para sus hombres que lo homenajearon con regalos y abrazos festejando su llegada. Nuevamente serían comandados por el que consideraban un ideólogo ecuánime que un día los abandonó al ser designado por el secretariado de las F.A.R.C para hacer seguimiento y una exhaustiva investigación a ciertos integrantes de la organización que habían despertado sospechas en el manejo de las finanzas dejándolos ingenuamente en manos de un temible criminal.

Sentado en un grueso tronco de madera bebiendo guarapo de panela, el comandante se sintió satisfecho. El cariño que sus hombres le manifestaban lo hacía pensar que estaba haciendo bien su trabajo. Todos gozaron aunque no como hubieran querido porque tenían al ejercito cada día más cerca de ellos y esto les impidió escuchar y bailar la música parrandera que tanto les gustaba... olvidaron para siempre a Piraña, tan solo Amalia sentada bajo un árbol que se dejaba arrebatar por el viento hermosas flores amarillas no se resignaba a la pérdida de su gran amor mientras el sol del atardecer se ocultaba poco a poco opacando su brillantez.

El hombre que gozaba del respeto y admiración de sus subalternos ingresó a la guerrilla preso por la soledad y desconcertado en la vida cuando recién cumplía los dieciocho años. Su madre una campesina solitaria que evadía entablar amistad con otras personas quizá por el complejo que le producían sus pies equinos, construyó su casa de guadua y barro en la ladera de una montaña sembrando a su

alrededor árboles de mamoncillo que al crecer ocultaban la pequeña casa pintada de rojo en las tejas de zinc y de azul celeste en las paredes formadas por gruesos troncos de cedro. El día menos pensado la mujer pereció de un cáncer que le hizo metástasis y que la atormentó por más de un año durante el cual el joven se vio sujeto a cuidarla hasta el día de su fallecimiento; no conociendo más familia y sintiéndose solo decidió quitarse la vida con plaguicida después de regresar del cementerio pero el destino se lo impidió. Alguien tocó a la puerta justo cuando se disponía a beber el mortal veneno.

— ¡Ayúdenos! — gritaba un hombre mientras arrastraba a otro que estaba herido en el pecho desmayado. Sin dudarlo se dirigió al baúl donde su madre guardaba la ropa y sacando unas cuantas prendas, se dispuso a hacer presión sobre la herida sangrante del pecho que después de varios minutos disminuyó su flujo. El hombre volvió en sí.

¡Lo salvaste! — dijo el acompañante de aquel moribundo al ver que su compañero se levantaba lentamente.

— Déjense de tonterías, la bala únicamente me rozó — pronunció el herido con la ropa impregnada por la sangre que brotaba de su tórax unos minutos antes.

— Necesito bañarme — continuó.

— Saldremos de aquí, el ejército nos persigue.

Con la ropa que les prestara el joven campesino y tras un buen baño, los hombres continuaron su marcha no sin antes quemar en una hoguera sus uniformes camuflados, mirando con sorpresa cómo el hombre que los auxilió sumaba a la hoguera el baúl con las pertenencias de la difunta.

— ¿Quiénes son? ¿Puedo ir con ustedes? — preguntó el joven antes de que se alejaran.

— Somos guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (E.L.N) y pues... ¡claro que sí!, siempre y cuando esté dispuesto a soportar largas jornadas masticando agua molida y viento raspao— respondieron los hombres.

Sin pensarlo dos veces el joven empacó unas pocas prendas resuelto a abandonar su casa materna para seguir a dos hombres sin saber a dónde sería llevado y así, por azares del destino empezó su militancia en la guerrilla.

Junto al primer comandante, quien lo acogió y auxilió en la organización recorrió gran parte del territorio Colombiano. Nunca había conocido más que la tierra que rodeaba su casa en donde junto a su madre cultivaba legumbres y hortalizas para el sustento. Al principio sintió estar viviendo una aventura pero con el tiempo, el aburrimiento se apodero de él y quiso desertar pero temía regresar a la casa empotrada en la montaña, por miedo a la soledad.

AGUA MOLIDA Y VIENTO RASPAODonde viven las historias. Descúbrelo ahora