Felicidad y ¿peligro?

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—Estás flipando en mil colores con ganvia —dijo Leo al ver a Gulf algo distraído, sorprendido, pero sonriendo como idiota.

—Hola, Leo…

—¿¡Hola, Leo!?, solo un, ¡hola, Leo!... —mencionaba Leo algo ofendido por el poco interés que mostró su amigo hacia él.

Gulf, quien estaba en su pupitre con sus codos en la mesa y su cabeza descansando en sus manos, viendo hacia la nada, volteó a ver a su amigo por un milisegundo y regresó su mirada hacia la nada y a seguir suspirando y sonriendo.

—Me vas a decir ¿qué te sucede o te quedarás como idiota viendo quién sabe qué?

Gulf no sabía cómo explicar o cómo decir lo que le había sucedido esa mañana, él mismo seguía sin creerlo. Todo lo que pasó en el tren y después de éste, seguía siendo tan irreal, como un sueño efímero que temía que si lo contaba se iba a desvanecer y jamás vivirlo nuevamente. Pero su amigo era insistente, y ese chisme no se le iba a escapar tan fácil.

Nunca había visto de esa manera a su amigo. En todo el día no puso ni la más mínima atención en sus clases, estuvo distraído toda la mañana y parte de la tarde, incluso estuvo torpe a la hora de jugar fútbol. Tanto, que el entrenador lo envió a la banca.

Terminando la práctica, ya estando en los vestidores, Leo, nuevamente trató de hablar con Gulf y que este le contará lo que tenía. Lo que estaba sucediendo en ese pequeño mundo que tenia arriba de los hombros. Un mundo en el que no cualquiera podia entrar, pero ahora parecía que alguien habia enterado y se instaló para quedarse.

Tenía que saber si debía felicitar a alguien por hacer a su amigo feliz. O ir buscando algunos contactos y lugares de entierro por si tenia que esconder evidencia del crimen que iba a cometer por convertir a su amigo en un completo idiota.

—Ya me dirás lo que tienes, tío. O tengo que mandar matar a alguien... —Gulf lo vió con cara de confusión y quiso burlarse—, ¡no te atrevas a burlarte, pringao!, mira que me has preocupao toda la maldita mañana. No he puesto atención a las clases por estar al pendiente de ti, tio. ¡Vaya marrón que tendremos con los profesores!

—Tranquilo, no me pasa nada… —Gulf trató de tranquilizar a Leo pero éste gritó toda su frustración, interrumpiendo a Gulf.

—¡¿No te pasa nada?!... ¡¿No te pasa nada?! ¿Estás de coña, Gulf? ¡Mírate!... —Leo respiró profundo y continúo tranquilamente—. Dime, ¿qué dijo la profesora de Terapia física intrahospitalaria?...

Gulf se quedó mudo, tan sólo pensó, en qué momento habían cambiado los horarios, según él, hoy no tocaba esa materia. De hecho en este último semestre no tenían esa materia.

—¿Nos volvieron a dar esa materia?...

—¡Vez! —con esa pregunta se había delatado él solo—, algo te pasa y me lo dirás ahora mismo o ¡te comerás un marrón que no veas y entonces sabrás quién es Leonardo García y García!

Cuando este mencionaba su apellido doblemente era porque no había quien lo hiciera desistir de sus planes, así que no le quedó de otra que contar a su amigo todo lo que había sucedido esa mañana.

—¡Qué guay! ¿Y qué más pasó? —emocionado porque su amigo ya se había atrevido a hablarle a Mew, quería que le contará cada detalle.

—Pues después que bajamos del tren, seguimos platicando y me acompañó hasta las afueras de la universidad. Me dejó y se fue rumbo a su empresa.

—¡¡¡Ahh!!!, ¡te lo dije, él seguía yendo al tren por ti!

Mencionaba Leo con gritos y aplausos, que incluso alertaron al entrenador el cuál llegó corriendo, pensando que había una pelea en los vestidores. Tras disculparse con el entrenador, cambiarse y tomar sus cosas, se dispusieron a salir y dirigirse a la biblioteca.

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