¿Conoces la fábula de la rana y el agua hirviendo?
Cuenta la historia que, un día, una rana saltó en una olla de agua fría y se sumergió en ella durante algunos segundos en busca de contrarrestar el calor incesante que había en el ambiente aquella mañana.
Al principio, la rana se sintió cómoda con la temperatura del agua. Nadó de orilla a orilla, se llenó la boca a toda su capacidad del líquido natural e infinito que le rodeaba y dio chapuzones una y otra vez hasta cansarse; relajándose, durante algunos minutos, en el fondo del agua, sumergiéndose entre la serenidad del momento hasta que cayó la noche.
Sin embargo, lejos de sentir el frío del ambiente que amenazaba con atacarla conforme avanzaba la noche, la rana encontró abrigo y calidez entre las olas del agua, totalmente ajena al cambio de temperatura que ocurría justo debajo de ella, pues el comal sobre el cual reposaba apoyada la olla con agua, había sido encendido antes de que ella llegara, elevando gradualmente la temperatura sin que la rana pudiera percibirlo.
Al día siguiente, y durante el juego matutino, la rana notó que el agua se sentía considerablemente más caliente. Sin embargo, estaba tan absorta en seguir nadando y disfrutar de la sensación que le colmaba el pecho en cada vuelta, que no se dio cuenta de cómo la temperatura aumentaba con más fuerza.
—Debe ser el sol —se dijo entre risitas sofocantes—, ¡siempre es la culpa del sol!
Fue solo cuando el calor se volvió más opresivo y agobiante, que la rana se percató del peligro que le rodeaba y le asfixiaba al punto de quedarse sin fuerzas. Débil. Vacía. Sin un solo gramo de voluntad por seguir, por escapar; hasta que, finalmente, el agua empezó a ebullir, y luego, a hervir a borbotones, llevándose su alma y todo lo que tenía dentro del corazón junto con el vapor de cada molécula de agua desprendida hacia la atmósfera.
La rana nunca supo cuál fue el momento en el que el agua empezó a hervir, y mucho menos, cuando empezó a asesinarla.
Todo fue gradual.
De poco en poco.
Pasito a pasito.
Al inicio, la rana era muy fuerte; joven y tenía el camino libre para llegar a la cima. Sin embargo, con el tiempo, bajó sus defensas y se permitió flotar sin preocupaciones. Después de todo, ¿qué mal podría hacerle el agua? Si está claro que algo que fluye pura por el mundo y da vida a cada kilómetro que recorre, no podría hacerle daño.
Mucho tiempo después, cuando la rana pudo abrir los ojos y se dio cuenta de que el agua era completamente abrasadora como para seguir soportándola, ya era demasiado tarde.
Ya había muerto.
Al final, la rana sí pudo dejar de ser rana a causa de la temperatura que le rodeaba, y se sentía bien con ello; pero el agua nunca dejó de ser agua ni aunque la rana invadiera su espacio.
Y es que, ¿por qué algo que es igual en todo el mundo podría llegar a ser diferente en algún momento?
Intentar cambiar la fórmula química del agua para que deje de ser agua es tan imposible como desear que alguien te ame incluso si te sacrificas completamente por esa persona.
No lo logras.
Y Tom Kaulitz es el fiel testigo de aquello.
Porque, después de todo, Tom era esa rana.
Y Bill... Bill era aquel agua.
❝Si Tom tuviera el poder de regresar en el tiempo, desearía haber conocido al Bill de mirada suave y sonrisa encantadora, aquel que solía disfrutar de contar las estrellas y ver el mundo a través de colores cálidos; al auténtico, y no a ese chico de corazón frío atrapado en tonos grises que parecía ser inofensivo.❞
...
¡Holaaa! Escribí esta pequeña introducción en una madrugada que no podía dormir y me di cuenta de que el fic no tenía un resumen inicial. ¿Qué les pareció? ❤❤❤

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Ángel || Toll
Fanfiction❝Si Tom tuviera el poder de regresar en el tiempo, desearía haber conocido al Bill de mirada suave y sonrisa encantadora, aquel que solía disfrutar de contar las estrellas y ver el mundo a través de colores cálidos; al auténtico, y no a ese chico de...