Aun así no creo que entenderías;
Te intimidaba de la manera más íntima la belleza que una mujer podía sostener;
Te daba miedo mi sombra,
Aborrecías entonces aquella atención poco deseada por los hombres;
Simultáneamente, me sentía como un trofeo ante tu posición y con la incomodidad en el estómago de saber entonces que,
yo era de tu propiedad.
En ocasiones me pregunto si fui mucha mujer para ti;
No por reclamar entonces que eras un mal hombre;
Más te intimidaba entonces mi belleza y mi paz mental,
No creías, de la manera más mínima, que una mujer podía ser bonita y mucho menos,
tuviera la amabilidad y los pies en la tierra
de escuchar aquellas almas en pena y otras que se sentían perdidas;
La verdad es que no soy una mujer desalmada;
Quiero poseer mi belleza sin aquella ansiedad causada de tus palabras,
Aquella misma donde me dices todos mis defectos,
destruyes mi autoestima y me cuestionas mis acciones;
La amabilidad se gana, la sutileza se demuestra, los movimientos despacios se acomodan entonces a mi piel;
No lo entenderías, no eres una mujer.
Tú, cómo el resto de los hombres, me quieren como una pieza bonita en el ajedrez y nada mas.
Desarrolle entonces una ansiedad absorta en mis habilidades de comprenderte;
Te quise tanto al nivel donde mi estómago se volteó,
Me pediste disculpas y aún así, sentí la mirada sobre mi nuca y el estrés de estar a tu lado.
Los hombres inseguros, lamentablemente, no son para las mujeres como yo;
temen entonces que rádienos aquella belleza, feminidad y sutileza;
Nos quieren entonces toditas para ustedes.
No es que reclame entonces, que fuiste sexista;
Más no niego del todo que soy una mujer altamente ciega de lo que ustedes hombres buscan sobre nosotras;
Encuentras entonces los senos en la serpiente cuando las serpientes no tienen pechos;
Te excusas y me dices que es tu ansiedad;
Más no puedo responsabilizarte y sentirme mal, entonces, por tu falta de seguridad propia.
Te di todo.
Te di un hogar y un pecho al cual recargarte; te di compasión, tiempo, espacio y dinero; te di amor.
Y aún así, tu conducta fue nada más las de un idiota al comprender entonces, que quizá, no debiste haberte dicho todas esas cosas de mi cuerpo que ahora no puedo dejar ir por la falta de respeto que haz causado.
Quieres entonces que actúe con aquella idea cínica en el estómago que deje de ser amable con la gente; que les diga cómo manejarse y que me cierre más.
Aunque ya estoy demasiada errada para cómo impedirme ser feliz con mi círculo de mujeres íntimas, cariñosas y capaces.
Los hombres inseguros son entonces nuestra derrota; dudan entonces que nuestra capacidad empatica, nuestro atractivo físico y nuestro intelecto sea entonces adquirido por cualquier mortal en la tierra aunque somos altamente perspicaces y ciertamente, difíciles de complacer.
Mucho tiempo creí entonces que estaba mal; que quizá era yo la mujer incorrecta;
Mas perspectivas ajenas, en una buena mirada, entonces detienen a entender el tipo de violencia sutil existente de parte de ambos individuos.
¿Cuantas veces me haz hecho llorar y quebrantado enfrente de ti, solo para entender el bien de un argumento que ni siquiera es un argumento? Demasiadas veces.
Dices entonces que poseo un club de fans cuando ciertamente no tengo el corazón de decirle a gente, con el corazón y la mente complicada, que yo no soy el tipo de persona a juzgar o mucho menos a intervenir con sus acciones. No tengo el interés; no lo busco.
Aquello no significa entonces que no tenga el corazón de empatizar con personas cuya incomodidad social, es posiblemente parecida a la mía. Tengo simpatía.
He visto personas, mujeres, hombres...cuya actitud ha sido entonces el de una persona egocéntrica y centrada a sí misma.
En ocasiones pregunto del todo si necesito un hombre en mi vida; siempre me cuestionara mis distintos y cuestionables métodos de conocer a la gente;
Siempre me dirá entonces, entre insultos y cumplidos errados quien soy, quien seré y que doy a ser.
No es que no me interese; la verdad me siento como un término medio y cuya mente parece estar absorta en otras cosas...y aún así no me crees.
No me confías. No quiero entonces que el mundo me vea; no cuando tu lado simboliza una esclavitud eterna;
Un lugar donde la paz y la feminidad significa el último atrayente de los hombres cuando nosotras somos entonces las que necesitamos sanar y estar unidas a un núcleo humano.
La verdad es que eres igual que aquellos hombres que me han llamado puta, cuando mi interés ha sido todo menos que en salir con la gente.
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