Capítulo 09

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Jennie sentía su ira salirse por cada poro de su piel cada vez que pensaba en regresar a aquel prostíbulo

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Jennie sentía su ira salirse por cada poro de su piel cada vez que pensaba en regresar a aquel prostíbulo. Si ese día no hubiera sido tan estúpida como para dejar escapar a Lisa por una mamada... Se le revolvían las entrañas de sólo pensarlo. No era propio de ella ser tan descuidada, pero una semana después del rapto de Soyeon y Shuhua, y tras recibir el alta médica (se había sometido a un rápido tratamiento para palear el esguince del hombro), allí estaba de nuevo con un propósito muy distinto del anterior. Estaba harta de que Lisa siempre le agarrara desprevenida, harta de quedar ella como la estúpida.

Cuando aún no había caído la noche, Jennie irrumpió en el prostíbulo con un séquito de guardias detrás suyo. No estaba abierto al público todavía. Las omegas se apiñaron en grupo, pero Madame Yoo permaneció inexpresiva. Era una alfa regordeta y de rostro duro, con el cabello negro y con pocas canas siempre atado en un moño que, a primera vista, parecía doloroso. Vestía con ropas caras y con estolas oscuras para cubrir sus hombros.

Los guardias, siguiendo órdenes de Jennie, se apostaron en cada salida, armados y con aspecto intimidante. Con otro gesto de mano, la alfa ordenó algo a otros tres guardias, que rápidamente se adelantaron y agarraron de los brazos a Madame Yoo. La alfa lucía serena, caminando hacia Jennie sin oponer resistencia a pesar de notarse visiblemente tensa en sus facciones.

—No parece muy sorprendida pese a no haber anunciado mi visita con antelación. Si me lo permite, nos saltaremos los formalismos —dijo Jennie con frialdad.

Madame Yoo no agachó la mirada. Ambas se miraron detenidamente hasta que la mayor inspiró hondo y dijo:

—Por favor, no haga daño a mis omegas.

Jennie encaró una ceja.

—Eso dependerá de usted y de cuán valioso sea su testimonio.

Sin necesidad de decir nada, los guardias la arrastraron hasta un cuarto de malas formas pese a que ella no se resistiera. Los y las demás omegas observaron la escena con expresiones de susto, pero ninguno fue lo bastante insensato como para intervenir. Jennie iba detrás de la comitiva, cerrando la puerta del cuarto de limpieza, donde habían llevado una silla con rapidez y la mujer se encontraba sentada.

Había realizado multitud de interrogatorios a lo largo de toda su carrera militar, y casi todos habían resultado ser satisfactorios. No le gustaba torturar sin razón aparente, pero cuando tenía un motivo de peso, se convertía en una alfa sin escrúpulos. Quiénes le conocían, sabían a ciencia cierta hasta qué punto era capaz de llegar con tal de sonsacar información, y con Madame Yoo no iba a ser diferente.

Jennie se paseó en círculos mientras la alfa permanecía sentada, rodeada de los mismos guardias y sin posibilidad de huir, pues la única ventana era apenas un pequeño rectángulo en lo alto de una pared.

Jennie no hizo nada durante los primeros minutos, escuchándose únicamente sus pisadas. Sin previo aviso, golpeó a Madame Yoo en el rostro, descargando su ira contra ella. Un grito de dolor escapó de su garganta, escuchándose un crack muy desagradable. Jennie no se contentó con eso. La volvió a golpear, sin importarle que el procedimiento fuera al revés: primero preguntar y luego golpear.

Inopia | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora