La casa se alzaba en todo su esplendor, oscura, con la maleza creciendo en las paredes, derruida en el ala oeste, por donde se había originado un incendio la noche en que huyó. Lisa cerró sus ojos, apretándolos para espantar las lágrimas de dolor.
—Es una casa generacional —le dijo Rosé cuando Lisa le preguntó por la cantidad de habitaciones que había, dos semanas después de haber llegado. Temió que quisiera tantos cachorros—, fue de mis padres, y de mis abuelos, y de mis bisabuelos... Ahora yo soy la única que queda de ellos —una sonrisa triste.
—Te daré cachorros, alfa —le dijo Lisa de inmediato, queriendo ponerla feliz—. Los cachorros que desees.
—Ninguno, por ahora —fue la respuesta de Roseanne, y Lisa no lo había entendido en un inicio, porque se supone que todos los alfas quieren preñar a sus omegas.
No tuvo cachorros, pero fue lo mejor. No porque Rosé nunca la hubiera tocado, sino porque así lo quiso la alfa. Ahora que lo pensaba Lisa, Rosé siempre pareció saber cuál era su destino, así que le ahorró sufrimiento extra a la omega al no dejarla preñada. Lisa no habría tenido tiempo para sacar a su cachorro esa noche, y ella no se imaginaba abandonando a su bebé ante las autoridades.
Sintió movimiento y se giró, viendo a Jennie aparecer a su lado. Si sintió el aroma triste de Lisa, no hizo mención de ello.
—Vamos —dijo la alfa—, he despachado a la policía.
La casa se encontraba fuera de la ciudad, en un condominio exclusivo y cerrado de alfas de categoría A. La entrada oficial era a través de un portón custodiado por guardias de seguridad, y aunque Lisa hallara la manera para entrar, ella sabía que la casa de Roseanne estaba también vigilada por la policía. Los últimos meses dicha vigilancia había bajado, no obstante, Lisa no podía arriesgarse, pues a duras penas logró escapar la noche de su mayor tragedia.
Se puso la capucha sobre sus cabellos, subiéndose al caballo y detrás de Jennie para acercarse a la casa. No tuvo más que abrazarla por la cintura, como hizo en todo el camino, sin decir nada y tratando de no inundarse por las fuertes feromonas alfas que la rodeaban. Eran más potentes, se dio cuenta, por el encuentro sexual previo, y en un momento se encontró a sí misma presionando su nariz contra la espalda de Jennie.
Había un jardín delantero que estaba totalmente descuidado, con la maleza y los pastos altos y desordenados. Un carro abandonado (el carro de Rosé) estaba entremedio del jardín, con los vidrios rotos y una puerta abierta. Era como volver a la noche de la muerte de la alfa.
—¿Por qué no le vendieron la casa a alguien más? —preguntó Lisa de pronto.
—¿Crees que no la han ofrecido? —bufó Jennie, deteniendo su corcel a dos pies del umbral de la entrada—. A un precio bajo, pero nadie la quiere. Dicen que está maldita.
—¿Maldita? —el humor llenó a Lisa—. ¿Piensan que el omega que entre aquí se volverá rebelde?
—Y matará a su alfa —añadió con frialdad, y toda burla desapareció de Lisa.
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Inopia | Jenlisa
RomanceLalisa Manoban es una omega rebelde. Jennie Kim la encargada de capturarla. ➼ Jennie G!P ➼ Adaptación © Hobibuba ➼ Prohibido copiar o adaptar mi versión