Lo odio, no tiene ni la mínima idea de cuánto, desde ese día, mi vida se volvió un infierno. El ser al cual tanto admiraba me humilló de la peor forma posible frente a todo el mundo.
Me olvidaré de ti, Enzo Vogrincic, tarde o temprano, pero lo haré...
Ahí estaba él, radiante como siempre, mi cuerpo estaba estático, el tiempo se había detenido y todo a nuestro alrededor se había congelado. Solo éramos nosotros, esto era lo que siempre quise; que él me notará. Sus ojos eran los mismos que hace 5 años, aún había miles de estrellas en ellos, eran luceros, eran galaxias, todo lo que un día me hizo se me había olvidado con solo verlo. Sus labios color carmesí, tan carnosos y finos, esos labios que algún día quise que me besaran, los tenía ahí, a centímetros de mí.
El hombre por el cual todas mueren estaba diciéndome "Hermosa" me lo decía a mí, siempre lo supe, pero que me lo dijera, él era como si las nubes fuesen de algodón de azúcar, como si el mar profundo no diese miedo, pero sobre todo, como si él me viera como yo un día lo vi, con un corazón abierto, con pensamientos puros y con ojos de amor.
Clarice, yo quería disculparme - dijo el haciéndome volver a mi realidad, recordándome ese día en el que me humilló.
No sabía lo que hacía, era un pelotudo. No sabes las veces que te busqué, pregunté por ti a todas tus amigas, me dijeron que te dejara de buscar, que no querías saber nada de mí. Perdóname, nunca debí burlarme, debí ser yo quien te ayudará. Quiero que seamos amigos, quiero que me disculpes. - dijo él con una mirada sincera y unos ojos cristalinos por las lágrimas que querían salir como mar.
Esa mirada era la misma que yo tenía aquel día, reflejaba dolor. No podía negarme a sus disculpas, pero tampoco podía permitirme volver a querer relacionarme con él. No quería volver a ilusionarme como un día lo había hecho. Es un sentimiento tonto, porque yo me imaginaba una vida junto a él, mientras el ni siquiera me dirigía la palabra.
Acepto tus disculpas - dije mientras le ofrecí una cálida sonrisa, pude ver cómo su sentimiento de tristeza se fue- pero eso no quiere decir que podamos ser amigos.
Concluí con un nudo en la garganta, al pensar que ese amor por el nunca se fue, me consumía. Salí del baño, dejando ahí al hombre que un día ame. Tenía que disfrutar el éxito que estaba teniendo mi padre, y a la vez mi persona, porque muchos de los diseños los había hecho yo. Pero en toda la noche no pare de pensar en ese hombre de pelo color castaño oscuro.
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