Capítulo cuatro: El alfa se rinde

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Sasuke sintió que el dolor de estómago empeoraba, iba a dejar de beber. Todo era peor que el día anterior, no valía la pena ser feliz un momento, si pasaría el resto de la semana sintiéndose miserable.

Además de eso, los sueños se estaban volviendo incontrolables y el alcohol no ayudaba a su agotada cabeza.

Suspirando, empujó a Naruto. Este se había abrazado a su cuerpo, hundiendo su rostro en su pecho mientras fingía dormir.

Sasuke no era tonto para no notar que el chico solo había cerrado los ojos, nadie se duerme tan rápido.

El Uchiha se sentó en la cama, el alfa rubio lo rodeó con el brazo, impidiendo que se alejara. Suspirando cansado, pensó en que ese hombre realmente no intentaba cambiar.

Nada de lo que hiciera o dijera haría que entendiera lo equivocado de su comportamiento.

Alejó su mano que acariciaba su vientre perezosamente, el chico gruñó quejándose de inmediato.

—¿Por qué me alejas de nuevo? —masculló enojado—. ¡Los amigos pueden tocarse!

—Naruto —dijo suavemente—. Tú lo dijiste.

Giró la cabeza para mirarlo, el chico se había sentado en la cama, le observaba con los ojos arrugados, acusadores, pero preocupados.

—Somos amigos —susurró sintiendo la palabra asquerosa, como ácido sobre su lengua—. Los amigos no se comportan como nosotros.

El alfa rubio apretó los puños, crujiendo los dientes con frustración.

—¿Y por qué debemos ser como otros amigos? —preguntó mirándolo fijamente—. ¡Nosotros no necesitamos comportarnos como los demás!

Dio una risa ante la adorable pero estúpida respuesta.

—¿Sabes las cosas que dicen tus amigos a tu espalda? —preguntó alzando una ceja—. Dicen que somos asquerosos, que la relación que tenemos es extraña.

El rostro del alfa palideció, sus ojos se abrieron con asombro y su mandíbula se tensó, dejando una vena sobresaliendo por su cuello.

—¿Eso te dijeron? —cuestionó con la voz tensa—. ¿Quién lo dijo?

La mirada aterradora de Naruto le recuerda que no está frente a un alfa que escuchará sin hacer nada. Se arrepiente un poco de contarle, no era su intención que se peleara con sus amigos, solo quería dejarle claro que no era normal su comportamiento.

—No es ese el problema —masculló fastidiado.

Se levantó de la cama, agotado. Su conversación no llegaba a nada.

El alfa le sostuvo del brazo, impidiendo que huya sin responder.

—¿Quién te metió ideas estúpidas en la cabeza? ¿Es por eso que querías irte? —preguntó furioso—. ¿Crees que es verdad lo que dicen? ¿Qué somos asquerosos?

Sasuke apretó los labios, frustrado y dolido. Por supuesto que no lo creía.

—Sí —susurró desviando la vista—. La forma en que me tratas ya no lo soporto, es repugnante la cercanía entre dos alfas.

Liberó su brazo a la fuerza, acariciando el enrojecimiento de su muñeca. No quería mirar a Naruto, no deseaba ver qué expresión tenía. Si observaba sus ojos tristes, caería nuevamente.

—¿Realmente lo crees? —dijo suavemente—. ¿O supones que eso pensará tu padre si se entera?

La pregunta de Naruto fue dolorosa, el tono cansado y herido le hizo sentirse culpable.

Soy un alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora