Capítulo cinco: El alfa es un omega

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Sasuke suspiró cansado. Detestaba estar encerrado en el baño para evitar a Naruto, pero el chico no se despegó ni un solo segundo de su lado.

Nervioso y asustado, sacó la cabeza del cubículo, notando de inmediato los ojos depredadores del alfa, apretó los labios al darse cuenta de que no habría manera de huir de él.

—¿Puedo entrar contigo? —preguntó Naruto, mirándolo casi con inocencia.

¿Por qué diablos querría encerrarse en el baño con él?

El Uchiha creería que es adorable si no fuera porque el tipo insoportable está haciendo guardia, sin darle ni un momento de privacidad.

—No.

Cortante, cerró la puerta, ¿es que no pensaba irse?

La prometida estaba esperándolo para irse a almorzar y el chico seguía ahí.

Sin moverse.

—¿Sasuke? —preguntó él, sonaba curioso—. No te he escuchado orinar, ¿por qué sigues ahí dentro? ¿Te duele el estómago? ¿Quieres que te dé un masaje en la pancita?

Apretando los labios, quiso matarlo.

—Podría orinar si un tonto deja de escuchar cuando lo hago.

A pesar de su reclamo, el alfa no se movió de su puesto. Sabe que está ahí fuera, escuchando hasta su respiración.

¿Por qué no se quedaba fuera del baño esperando?

No, él tenía que estar con la oreja pegada a la puerta con sus excepcionales sentidos.

Como el olfato y el oído.

Sasuke no tenía ganas de orinar cuando se ocultó en el baño, pero ahora, debido a los nervios, ya las tiene.

Avergonzado, con las orejas ardiendo, tuvo que nerviosamente abrir sus pantalones. Asustado, giró el rostro para mirar que el otro no entrará.

Sabe que la puerta tiene seguro, pero la inseguridad de ser visto desnudo lo mantiene tenso.

Suspiró levemente cuando su pene estuvo fuera de su ropa, con las rodillas temblando, cerró los ojos para concentrarse, armarse de valor para soportar la humillación.

Un pequeño chorrito hizo un ruido tan vergonzoso al caer que gimió debido a la vergüenza.

—Eso fue lindo —elogiaron detrás de la puerta.

Abrió los ojos y se mordió los labios.

—Vete de aquí, maldita sea —gimoteó enojado—. Hablo en serio.

Escuchó una risita.

—¿Para darte tiempo de huir? —preguntó el alfa risueño—. Solo continúa, no lo cortes.

Con el rostro ardiendo deseó contener las ganas de orinar, pero ahora que había empezado era imposible.

Asqueado, notó que diminutas gotitas ensucian su ropa interior. Lo que faltaba, ahora estaría todo oloroso y sucio.

¿Por qué tenía tan mala suerte? ¿Qué hizo en su vida anterior para merecer estas humillaciones?

—No te estoy escuchando —gritaron con un sonsonete fastidioso—. ¿Quieres que te ayude? Podría entrar y hacerte mimos en tu ombligo para hacerse sentir más relajado.

Sasuke a veces se preguntaba si a Naruto le faltaba sentido común.

—¿Realmente quieres hacer eso? —preguntó con suavidad.

Hubo un leve golpe en la puerta, como un cabezazo.

—Sabes que sí —gimoteó el alfa, sonaba desesperado—. Quizás podría sostener tu cosita y acariciarla para ayudar, no lo sé, pero si me dejas entrar, juro que terminas rápido.

Soy un alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora