—en un momento vendrá, si gusta, puede esperarlo aquí— le respondió el joven a Mefistófeles, este último no dijo nada y se limitó a sentarse en el sofá de la casa-oratorio dedicado a san Felipe Neri, el cual, separado por una calle, estaba a un lado de la iglesia de san Pedro apóstol
Mientras esperaba, el brujo se distrajo viendo las imágenes que recordaban a escenas bíblicas, pero la mayoría era sobre la virgen María o dedicada a la Inmaculada Concepción, aunque tampoco faltaba el enorme cuadro de la virgen de Guadalupe con sus velas encendidas, en medio de la concentración, se escucharon los pasos de Ramiro Aranda, un hombre de cuarenta y ocho años, tenía puesto una ropa totalmente oscura y lo único de color que tenía era el alzacuello de color blanco, su pelo era café claro y en el momento que ambos hombres se vieron, el brujo se sintió intimidado por aquella figura sacerdotal
Lo mismo se podría decir de Ramiro cuando este vio a Mefistófeles, ambos no se llevaban mal, pero su forma de tratarse no sobrepasaba la cordialidad necesaria y que ordenaba la diócesis de Torreón, por lo que, tras calmar los temores, el sacerdote se acercó hacía con el brujo, este, ya se había levantado del sofá y ambos quedaron frente a frente
—Arriaga— le dijo en un tono serio y cordial el sacerdote a Mefistófeles, llamándolo por su apellido y estirando su brazo, esperando a recibir un saludo por parte del hombre
—Aranda— respondió el brujo, saludando al sacerdote de la misma forma y correspondiendo al saludo del hombre, por lo que ambos estrecharon sus manos brevemente hasta soltarse
—¿Que te trae a este lugar sagrado? Ya hace tiempo que este oratorio no recibía a tu gente desde los tiempos Oscuros y, sinceramente, me sorprendí cuando mi secretario me comunico de tus deseos de verme. ¿Acaso ya te arrepentiste de tus pecados? — le cuestiono Ramiro al brujo, de forma pasivo-agresiva, provocando que el brujo se riera levemente por la última pregunta que le hizo Ramiro
"Agradece que mínimo me tomo las cosas con humor". Pensó el brujo mientras le dedicaba al sacerdote una sonrisa, acción que el sacerdote la tomo como una respuesta
—si eso fuera, de todos modos, tengo un lugar reservado en el infierno. En realidad, vine por un asunto del pasado, el cual, tiene que ver con los tiempos Oscuros, al parecer, ha regresado un antiguo y viejo enemigo
—¿de que estas hablando? — le cuestionó Ramiro Arando, mientras su expresión, la cual era serena en un principio, se fue convirtiendo en una clara confusión ante las palabras del brujo
—es sobre Ignacio Huerta— le dijo Mefistófeles, nombrando al trauma tanto para brujos y vampiros, como para la diócesis de Torreón, incluso el sacerdote Aranda se mostró confundido por el hecho de que Mefistófeles lo nombrara tras mucho tiempo que ocurrió la guerra, mientras tanto, el brujo, lejos de disfrutar la confusión del hombre, comprendió que estaba reviviendo los traumas de esa época —si usted lo desea, me gustaría que platicáramos en el patio, creo que necesitaremos un poco de aire para sobrellevar las situaciones que han ocurrido y que, por lo que veo, usted está consciente, pero no ha querido aceptar
Esas últimas palabras no las dijo Mefistófeles como reproche, de todos modos, él también se confió de que el regreso de la Ignacio Huerta y su secta era algo improbable, incluso pensaba que el sacerdote no estaba del todo enterado, así como todos los miembros de la diócesis, contra todo pronóstico, Ramiro acepto la propuesta del brujo y ambos salieron al patio
Hacía un día caluroso y el sol empezaba a elevar la temperatura de la región, algunos pajarillos hacían resonar sus leves sonidos suaves, el patio del oratorio tenía flores plantadas y era de un verde vibrante, había unas mesitas donde los miembros de la diócesis, en momentos de convivencia, asistían para disfrutar de la compañía de los demás con sus familias, había también una pequeña fuente decorada con talavera poblana y que tenía figuras de pequeños ángeles, algunos tenían instrumentos musicales y otros portaban arcos y lanzas
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Los Poderes del Infierno
ParanormalTorreón, aquella ciudad norteña del estado de Coahuila, en México, suele ser una gran ciudad con historia que para muchos le será indiferente, pero para otros les resultará interesante, sin embargo, en las soleadas y calurosas de la populosa ciudad...