Mientras san Joaquín dormía en la presunta tranquilidad de la noche, dentro de la iglesia de san Juan, los heridos eran atendidos por las pocas personas que se animaron a salir de la protección de sus casas, mientras, Mefistófeles estaba sentado en una de las bancas, sabía que estaba estorbando en ese lugar, no por ser brujo, sino por el hecho de no tener los conocimientos de medicina que requerían los heridos
Estuvo a punto de levantarse de una de las bancas y dejar a todos, sin embargo, necesito acercarse hacía con Álvaro, Alberto y al padre Ramiro, Alberto era el único que se encontraba en condiciones favorables, tanto así, que por el cansancio de estar encerrado tenía las piernas estiradas y sobre la banca de la iglesia, importándole poco el mobiliario de la iglesia
"Dudo que alguien vaya a reclamarle por eso". Pensó Mefistófeles al ver al trio que fue rescatado de la secta, Alberto simplemente le dedico una sonrisa, el padre Ramiro estaba sentado en el suelo mientras que Álvaro estaba recostado boca abajo en el suelo, se encontraba despierto y consciente, recuperándose de las heridas que había sufrido
—veo que te dieron como a Jesucristo cuando lo azotaron— le dijo Mefistófeles de forma irónica a Álvaro, Alberto no pudo contener su leve risa, mientras que el padre Ramiro se limitó a mirar severamente al brujo
—veo que ni en estos momentos eres capaz de mantener la compostura, Mefís— le respondió el sacerdote al brujo —entregue a un miembro de la diócesis para quien sabe que le hiciera tus amigos nocturnos. Ahorita no estoy de humor, me siento como un traidor hacía mi iglesia
—solo intente recordar lo que esas personas les hicieron a los sacerdotes que se mantuvieron leales a la diócesis, le aseguro que con eso bastara para que se calme con su decisión— le dijo Mefistófeles al sacerdote, después, como ironía de la vida, el sonido de las muletas se hizo escuchar y Mefistófeles, al darse cuenta, vio que se trataba de Porfirio Domínguez
El padre Porfirio era ya un sacerdote de edad avanzada, sin embargo, seguía manteniendo el control de la iglesia de San Juan, durante los tiempos Oscuros se puso del lado de la diócesis al considerar que Torreón no necesitaba una guerra como la que se desarrolló en san Joaquín durante la década de los noventa, cuando el llego para ocuparse de la iglesia luego de la muerte del anterior sacerdote, sin embargo, ese posicionamiento lo puso en la mira de la iglesia
Un miembro, aprovechándose de la oscuridad, se dispuso a atacar al sacerdote, lo saco de la cama y lo empujo hasta llegar al altar de la iglesia, para ese punto, el sacerdote se movía poco por los golpes que le produjeron, sin embargo, con ayuda de un capellán que se encontraba y escucho los gritos que el miembro de la iglesia profería, se logró reducirlo y dejarlo inconsciente hasta que la policía llegara
Sin embargo, el padre Porfirio iba a tener que usar una muleta para moverse, ya que los golpes estuvieron a punto de dejarlo sin la posibilidad de seguir caminando, tanto él como Mefistófeles se conocían, no tenían una amistad, pero ambos se respetaban y el brujo prefería pagar varios camiones para que lo trajeran a san Joaquín y confesarse con él, que hacerlo que otro sacerdote de cualquier iglesia
—recuerdo cuando llegaron a usar aquí para sanar a los civiles y a los brujos, la verdad, nunca entendí porque los traían aquí— respondió el padre Porfirio, para después saludar en silencio a los hombres allí presentes
—por algo le dicen a este lugar el último bastión de la moral— le respondió Alberto al sacerdote
—tomando en cuenta que está aquí un brujo, y no cualquier brujo, creo que las defensas de esta iglesia han de estar muy bajas— le dijo el sacerdote al policía y después dirigió sus palabras a Álvaro —¿cómo sigues, muchacho?
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Los Poderes del Infierno
ParanormalTorreón, aquella ciudad norteña del estado de Coahuila, en México, suele ser una gran ciudad con historia que para muchos le será indiferente, pero para otros les resultará interesante, sin embargo, en las soleadas y calurosas de la populosa ciudad...