La tenía entre sus brazos, sin vida no podía creerlo, como podian haberla matado, era su hija. Era lo único bueno que quedaba de Cersei en su corazón, y había muerto. Se sentía impotente, hacia mucho que se sentía impotente, la perdida de la mano fue el comienzo, perro aquello habia sido una crueldad. Su niña, tan adorable, tan dulce. Solo había intentado salvarla de las serpientes, y eso mismo habia provocado su muerte. Los dornienses lo pagarían. Al menos esperaba que Ellaria hubiese sufrido el mismo horrible destino, aunque le parecia improbable seguramente ella tenia el antídoto. Habían pasado 2 dias, en cuanto sucedió, mando a encerrar a Trystane, no se fiaria de ningún Dorniense. Sus propios pensamientos lo decepcionaron, se estaba convirtiendo en Cersei, veía fantasmas en todos lados. Escuchó un grito, un barco estaba apunto de arcanzarlos, era Dorniense. No se esperaba nada bueno. Los minutos pasaban, y todo estaba tranquilo, tenia esperanzas de que los hubiesen dejado atras. Las esperanzas se desvanecieron cuando la puerta se abrió de golpe, unos remeros entraron, arrastraban a una prisionera, era una mujer hermosa, aunque bastante furiosa, con rostro en forma de corazón y ojos rojos, con cabello largo del color del cobre pulido, y la piel pálida, era delgada elegante, bastante alta, los pechos llenos y la cintura estrecha, lucia un vestido color carmesí, bastante desgastado y un collar con un gran rubí. Los remeros la soltaron y ella se dejó caer, la seguía otra dama de excepcional belleza, ella iba de pie, tenia el cabello en rizos castaños, labios rojos, piel clara, un cuerpo grácil , femenino y agraciado, llevaba un vestido violeta que resaltaba el rasgo mas inquietante de su frio rostro, los ojos. Era cierto que eran preciosos, pero no le gustaban los rasgos targaryen, justo detrás de ambas, se encontraba el bastardo de Ned Stark, solo que con un aspecto deprorable, solo habia visto a alguien igual de demacrado, su primo Lancel.
- Hazlo - ordeno la joven castaña, en dirección de la mujer, de rojo. La mujer cogió un trozo de tela y le prendio fuego, Jaime intento detener la pero los remeros lo agarraron, cada segundo que pasaba hacia que se sintiese mas impotente. La mujer se acerco a Myrcella y la beso, la ultima vez que algo asi habia sucedido, no fue nada bueno, pero ya no podía hacer nada peor. Mientras todo sucedia, el rubi emitia destellos. La mujer de rojo se aparto, y su hija abrio los ojos y comenzó a incorporarse, Jaime se quedo atónito, los remeros le soltaron y sugetaron a la mujer roja, se acercó a su hija, la abrazo y la ayudo a levantarse, se fijo de nuevo en la mujer castaña, su expresion de frialdad se habia tornado en una sonrisa.
- Mi señora, no se como agradeceros lo que habéis hecho por mi.... sobrina, ¿cual es vuestro nombre?
- No hay nada que agradecer, el principe Doran me ha pedido que os comunique que no sabia nada ya que Ellaria se encuentra en las mazmorras. Mi nombre es Naera.
La chica vertió un liquido sobre una copa y la dejo en una mesa. Se marcho todo su séquito la siguió al barco del que procedían, y siguieron otro camino, hacia el mar Angosto. Myrcella parecia despistada, e igual de demacrada que el bastardo, sugeto la copa que la joven habia dejado, y se la acerco a los labios a Myrcella. Ella bebió la copa de un trago, y no mucho después, volvió a perder el conocimiento, probo un poco del contenido, era leche de amapola, esperaba que su hija tuviese mejor aspecto al despertar. Acosto a Myrcella sobre su cama y le dio un beso en la frente, parecia tan en paz, se alegraba de volver a oir su respiración. Pensó en las personas que habían salvado la vida a su hija, era muy extraño, prefirió dormir el también, al día siguiente estarían en Desembarco, y necesitaría estar descansado para poder explicarle todo a Cersei.
Bueno , bueno quien se esperaba esto? Me gustaría decir que cualquier sugerencia es bienvenida, y cualquier duda tambien.