papi quiere a bebé

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max quita su camisa gris de algodón por arriba de la cabeza. sus tatuajes brillan por la ligera capa de sudor que su cuerpo desprende. sergio lo observa maravillado, todavía desde la cama. no puede creer como alguien puede ser tan bello haciendo una acción tan simple como desvestirse.

—papi, ayúdame.

sin que se lo pidan dos veces, sergio se pone de pie. camina hasta max, poniéndose frente a él. con los dedos, quita el botón de los pantalones del más bajo. quiere gemir apenas ve la erección del rubio salir por el borde de sus cortos boxers.

—recuéstate. te quitaré esto.

le ordena con voz neutra. max obedece, dejándose caer de espaldas sobre la cama vestida en colchas naranjas. eran feas, sergio las odiaba pero no podía decir nada, carola las amaba.

desde los talones, el mayor tira de los pantalones entallados, llevándose con ellos la ropa interior. max suspira al sentir el frío viento acariciar su cuerpo desnudo. una vez si nada, vuelve a tomar asiento, quedando justo frente al estómago de sergio. sonríe y lo besa.

—espera, bebé. arreglaré tu cabello.

toma entre sus manos el cabello rubio de max, que resaltan sus omóplatos aún más. con ayuda de sus dos manos peina el cabello dorado, cuando cree que está bien, lo acaricia después y sonríe.

—listo. te ves bonito, amor.

—gracias, papi. me gusta verme así para ti.

—solo para mí, ¿verdad?

—para ti y nadie más.

sergio asiente feliz por la respuesta que su princesa le ha dado.

—papi yo... yo quiero besitos.

—¿te los has ganado? —alza una ceja, viendo a max asentir repetidas veces.

—sí. fui buen bebé cuando te la chupé.

sabe que tiene razón. así que le ordena sentarse sobre sus pantorrillas. algunos pequeños mechones caen por su frente. sergio los peina para atrás antes de besar los labios de max. es rudo, fuerte. el de ojos azules se queja por el impacto pero no se separa. la lengua de sergio entra a la boca de max. el chico se deja besar sucio por su papi. le encanta en la manera de sergio le besa rudamente, pero al mismo tiempo está acariciando delicadamente los vellitos en su nuca.

—ponte como me gusta, bebé.

siendo obediente, toma la posición sobre sus rodillas y antebrazos. abre sus piernas lo más que puede, para que el mayor lo pueda comer bien. sergio observa el tatuaje de max en el interior de su muslo. en él se lee "papi". está hecho por él, con su caligrafía. no puede describir qué tan bello se ve su bebé en éste momento. abierto y gimiendo, desesperado por él.

sus delgados dedos abren las nalgas del rubio. son blancas—por ahora—y redondas. el dedo índice de sergio pasea alrededor de la entrada de max, puede sentir como éste último se estremece. sin aviso alguno, lo mete. los labios rojos del menor son mordidos por sus propios dientes. un azote llega a su trasero, asustándolo aún cuando lo esperaba.

—alguien ha sido una nena mala... jugando con ella misma.

—no, yo no...

—no mientas.

—no miento, papi.

—ahora me contradices.

—papiiii, por favor.

—no, bebé. aquí se hace lo que papi diga.

un golpe más, a mano abierta llegó a la nalga derecha de max.

𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐩𝐚𝐩𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora