Reencuentro

11 2 0
                                    


Brad y Madeleine habían escapado del sanatorio, dejando atrás los oscuros recuerdos y los suplicios que los habían atormentado durante tanto tiempo. Una vez liberados, se adentraron en un mundo desconocido, donde la incertidumbre y el miedo seguían acechando en cada esquina.

La vida fuera de la clínica era un desafío constante para ambos. Brad, luchaba por encontrar aceptación y comprensión de su propio ser. Cada día era una batalla para mantener una conexión con su propio cuerpo, mientras lidiaba con la sensación de estar atrapado en una forma que no sentía como propia.

Madeleine, por otro lado, llevaba consigo el peso de la presencia demoníaca que habitaba en su interior. Aunque había aprendido a coexistir con el demonio, la lucha interna era agotadora. Cada pensamiento y cada acción eran cuestionados por la oscuridad que se aferraba a ella, amenazando con desatar el caos en cualquier momento.

Juntos, formaban una extraña y frágil alianza. Enfrentaban los desafíos diarios de la vida cotidiana, luchando por encontrar un sentido de normalidad. Aunque habían dejado atrás aquel sanatorio, sus cicatrices emocionales y mentales persistían, recordándoles constantemente los horrores que habían vivido. Conscientes de las dificultades que enfrentaban, se encontraron buscando medios de subsistencia en un mundo que no siempre comprendía sus circunstancias.

Decidieron buscar un trabajo que no les genere tantos problemas y comenzaron a trabajar en un pequeño restaurante local, donde se les asignaron tareas simples. Desde el primer día, quedaron cautivados por el ambiente vibrante de la cocina. Ambos comenzaron realizando tareas sencillas, como limpiar mesas y preparar el área del restaurante para recibir a los comensales. Aunque al principio podía parecer monótono y poco gratificante, ellos se esforzaban por hacerlo de la mejor manera posible, buscando siempre la satisfacción en el cumplimiento de sus responsabilidades.

Con el tiempo, su dedicación y compromiso no pasaron desapercibidos. Los propietarios y el personal del restaurante reconocieron su empeño y les permitieron adentrarse en la cocina. Les dieron la oportunidad de aprender y participar en la preparación de platos, bajo la supervisión y orientación de los profesionales.

Lamentablemente, Brad experimentó varios accidentes relacionados con objetos afilados en la cocina. Al manipular cuchillos, surgieron cortes menores en sus manos y dedos. Estos accidentes, aunque no fueron graves, generaron preocupación al personal del restaurante y decidieron trasladarlo al área de repostería. Aunque Brad sintió cierta frustración por no poder trabajar en la cocina principal, comprendió que era una medida necesaria para garantizar su seguridad y la de los demás.

Por otro lado, Madeleine no solo presentó problemas con objetos corto punzantes, pues solía botar los mismo al suelo o dejarlos indebidamente sobre los estantes. Además, su inestabilidad emocional y falta de concentración dificultaban la organización y el mantenimiento de su estación de trabajo. Muchas veces había confusión en la disposición de los utensilios, ingredientes o platos, lo que dificulta su eficiencia y rendimiento en el lugar.

Luego de los repetidos accidentes, la gerencia tomó la decisión de alejar a Madeleine de esa área y asignarle tareas más sencillas y seguras. Aunque al principio se sintió triste por ser separada de la cocina, también sintió alivio al saber que no había sido despedida.

Con gratitud, Madeleine aceptó regresar a su cargo inicial. Volvió a encargarse de limpiar mesas, organizar utensilios y ayudar en la preparación de ingredientes. Asimismo, se dio cuenta de que ese puesto también tenía su importancia en el funcionamiento del lugar y aprendió a apreciar la satisfacción que se obtiene al mantener el ambiente limpio y ordenado para los comensales, y al brindar un servicio atento y amable.

You never knowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora