Caída Abrupta

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Después del acto infame que había cometido, Luce fue exiliada al inframundo y despojada de sus alas. El tormento físico y emocional consumía a la chica en aquel oscuro abismo. Las lágrimas se mezclaban con la sangre en su rostro mientras anhelaba desesperadamente encontrar una salida de aquel lugar de penumbra y arrepentimiento. Pero por ahora, solo le quedaba enfrentar las consecuencias de su caída y enfrentar su propia oscuridad.

Sin embargo, el abismo del inframundo parecía aún más sombrío cuando Luce comenzó a experimentar una transformación aterradora. No solo se había enfrentado al exilio, sino que algo oscuro y misterioso estaba ocurriendo en su interior. Cientos de ojos empezaron a emerger en su cuerpo: en las palmas de sus manos, en sus piernas y hombros, y en su rostro.

Luce intentó desesperadamente frotarlos en un intento vano por quitárselos, pero los ojos parecían ser una parte inmutable de su nueva realidad. Miraban en todas direcciones, escudriñando el mundo con una mirada penetrante. Mientras luchaba con la extraña manifestación de su caída, se dio cuenta de que los ojos no eran solo un castigo, sino una marca que la condenaba.

Luce levantó su rostro, ahora adornado con múltiples ojos, y se sintió avergonzada. Los ojos no se detenían en su exploración constante, y la hacían sentir expuesta y vulnerable en medio del inframundo.

―Necesito ayuda. Por favor, dime si puedes hacer algo para detener esto ―mencionó la chica mirando al demonio pelinegro que había sido testigo de lo ocurrido.

Kam la observó con indiferencia y luego sacudió la cabeza con desdén.

―No esperes que pueda cambiar castigos infligidos por la orden celestial.

La negativa de Kam golpeó a Luce en el corazón. La esperanza que había surgido en ella se desvaneció, y se sintió más sola y desamparada que nunca en ese oscuro abismo.

Luce, sumamente deprimida, intentó continuar su relato.

―Infer... fue quien me manipuló ―su voz era un susurro cargado de pesar.

Kam frunció el ceño al escuchar aquel nombre, confundido por la revelación.

―¿Infer? ¿Qué? ―preguntó con incredulidad.

Luce asintió, sus ojos llenos de tristeza.

―Él me prometió que se dejaría guiar, que iría por un buen camino, pero la que terminó cayendo fui yo.

―¿Infer sigue con vida? Eso no puede ser cierto... Perdí su rastro hace poco ― respondió Kam.

―Lo tenía cerca hasta hace poco, pero después de la atrocidad que cometí, también perdí su rastro.

El inframundo, en su caótica majestuosidad, se extendía ante Kam como un vasto paisaje de tormento y sufrimiento

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El inframundo, en su caótica majestuosidad, se extendía ante Kam como un vasto paisaje de tormento y sufrimiento. Una inmensidad donde las llamas danzaban perpetuamente y los lamentos resonaban en cada rincón. La arquitectura infernal estaba compuesta por estructuras retorcidas y tortuosas, cuyos picos se alzaban hacia arriba en una competencia macabra. Un manto de oscuridad envolvía todo, y la temperatura abrasadora daba vida a un espectáculo de llamas en constante movimiento.

You never knowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora