Entre sombras

105 12 1
                                    

El humo negro se elevaba hacia el cielo, oscureciendo el horizonte y pintando un macabro lienzo sobre la ciudad. Las llamas devoraban con voracidad un antiguo edificio de departamentos, que una vez fue un hogar lleno de risas y sueños. El crujir de la madera y el estruendo de las estructuras que se desmoronaban se mezclaban en un triste coro de destrucción.

En medio del caos y el terror, una pequeña figura se mantenía inmóvil en la calle, sus ojos llenos de asombro y miedo. Madeleine, una niña de ocho años de cabellos claros y mirada curiosa, había presenciado cómo el fuego se adueñaba del edificio en un abrir y cerrar de ojos. El corazón le latía desbocado en el pecho mientras su mente intentaba procesar la magnitud de la catástrofe frente a ella. ¿Cómo era posible? Si hace un momento se había encontrado jugando en el parque pacíficamente.

El denso humo y el calor sofocante la envolvían, pero un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando una viga ardiente se desprendió de lo alto y se estrelló a pocos metros de distancia. Un destello de llamas se reflejó en sus ojos verdes, y en ese instante, el peligro se convirtió en una realidad tangible.

Cuando el edificio finalmente cedió ante el fuego y la gravedad, Madeleine fue testigo de cómo su mundo se venía abajo. Pues entre el estruendo ensordecedor, algo más que el edificio se derrumbó dentro de ella. Un cristal, no más pequeño que una uva, se incrustó en su ojo derecho, dejando una herida profunda y la incertidumbre de si algún día volvería a ver con claridad.

Mientras los bomberos luchaban por sofocar las llamas, Madeleine quedó atrapada en un torbellino de emociones y preguntas. La niña yacía en el suelo, gritando y sufriendo por la herida en su ojo y aún más aturdida por el impacto. Afortunadamente, un joven que residía cerca la levantó con cuidado, protegiéndola de los escombros que aún se desprendían del edificio.

El chico junto con un equipo médico improvisado trabajó rápidamente para estabilizar a Madeleine y brindarle primeros auxilios. A pesar de las circunstancias adversas, lograron detener la hemorragia y asegurarse de que no sufriera ninguna otra lesión grave. Luego, la transportaron rápidamente al hospital más cercano.

Un equipo de médicos y especialistas se ocupó de evaluar la condición de Madeleine. Descubrieron que su herida en el ojo era grave y el daño irreparable. Fueron cuidadosos al tratarla, realizaron una cirugía para quitar el extraño objeto y proporcionaron cuidados intensivos para asegurar su pronta recuperación, cubrieron su ojo con un vendaje y afrontaron el triste diagnóstico.

Días después, mientras observaba la televisión en su cuarto de recuperación, bajo la custodia de sus padres, Madeleine comprendió que el incidente del edificio, fue causado por una combinación de factores. Una falla estructural previa, combinada con un incendio descontrolado en uno de los pisos superiores, debilitó la integridad del edificio hasta que finalmente se derrumbó. Fue un trágico accidente que dejó a muchas personas muertas y otras tantas heridas.

La herida en el ojo de Madeleine no solo era una marca física, sino también una puerta hacia un mundo oscuro y desconocido. Tras ser dada de alta y regresada a casa, comenzó a experimentar extrañas visiones y sus sueños se llenaron de presencias inquietantes. Debido a esto, sus padres se turnaban para quedarse con ella durante las noches. Su madre, acariciaba su cabello con ternura y le contaba historias reconfortantes para distraerla de las visiones perturbadoras. Su padre le sujetaba la mano con fuerza, transmitiéndole seguridad y fortaleza. Juntos, hicieron todo lo posible para crear un ambiente de tranquilidad en medio del caos interno que Madeleine experimentaba. Decoraron la habitación con dibujos coloridos, colgaron luces suaves y reprodujeron su música favorita para alejar las sombras que intentaban invadir su mente.

 Decoraron la habitación con dibujos coloridos, colgaron luces suaves y reprodujeron su música favorita para alejar las sombras que intentaban invadir su mente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
You never knowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora