En las profundidades más oscuras y recónditas del universo, más allá de la mirada de los vivos, se encontraba el inframundo, un reino envuelto en sombras y regido por fuerzas sobrenaturales. Allí, donde la luz no se atrevía a penetrar, se desplegaba un paisaje infernal, poblado por criaturas siniestras y almas condenadas.
El inframundo era un abismo insondable de tormento y perdición, donde las llamas eternas ardían sin cesar y los ríos de lava serpentean entre las montañas de huesos. Sus dominios se extendían en un laberinto infernal de pasadizos oscuros y cavernas retorcidas, donde las almas atormentadas vagaban sin rumbo, susurros de angustia resonando en el aire.
En aquel reino olvidado por la esperanza, reinaban los demonios con su poder oscuro y su sed insaciable de caos y sufrimiento. Sus figuras grotescas y retorcidas se contorsionaban en las sombras, acechando a aquellos valientes o insensatos que se aventuraban en sus dominios. Entre ellos destacaba Infer, un demonio de rango superior cuya maldad y altanería eran conocidas en todo el inframundo, era pálido y sobre su cabeza crecían cuatro cuernos.
En aquel lugar, Infer se deleitaba en sembrar el caos y la destrucción a su paso. Su presencia era temida incluso por otros demonios, y su sed de poder y dominio no tenía límites. Recorría los oscuros pasadizos del inframundo con arrogancia y desprecio por las almas atormentadas que encontraba en su camino.
Aprovechaba su rango superior para imponer su voluntad y ejercer control sobre aquellos que se cruzaban en su camino. Esclavizaba a las almas más débiles, sometiéndolas a torturas interminables y gozando de su sufrimiento. Su risa burlona resonaba por los corredores infernales, un eco macabro que alimentaba su ego y su sed de poder.
Infer también se deleitaba en manipular a otros demonios, sembrando discordia y provocando enfrentamientos entre ellos. Su inteligencia y astucia le permitían tejer intrigas y juegos mentales que debilitaban a sus rivales y fortalecían su posición en el inframundo.
Kam, otro demonio de rango similar al de Infer, se encontraba irremediablemente enamorado de él. Desde que pusieron sus ojos el uno en el otro por primera vez, Kam quedó fascinado por la figura altiva y sarcástica de Infer. Le encantaba observarlo en silencio, admirando cada gesto, cada palabra y cada acto de maldad que desplegaba con maestría.Para Kam, Infer era una encarnación de la oscuridad y la perfección maligna. Su corazón latía con intensidad cada vez que Infer estaba cerca, y se deleitaba en cada mirada furtiva que cruzaban. A pesar de la falta de reciprocidad en sus sentimientos, Kam encontraba un extraño consuelo en la simple presencia de Infer. El simple hecho de estar cerca de él, aunque fuera como un espectador silencioso, llenaba su existencia de un gozo perverso.
Además, Infer poseía una magnética presencia que atraía la atención de todos a su alrededor, incluido Kam. Cada gesto, cada palabra, tenía un poder hipnótico sobre él, haciendo que su corazón latiera más rápido y su mente se inundara de pensamientos obsesivos. Kam se encontraba fascinado por el aura de oscuridad y poder que rodeaba a Infer, y eso contribuyó a que su amor floreciera.
A lo largo de los años, Kam se convirtió en un testigo silencioso de las acciones de Infer en el inframundo. Desde las sombras, observaba cómo su amado demonio se deleitaba en la seducción y el tormento de las almas humanas. Infer desplegaba su poderío oscuro sin restricciones, jugando con la vulnerabilidad de las mujeres y torturando a los humanos como parte de su labor en el inframundo.
A diferencia de otros, Kam no sentía repulsión ni rechazo hacia los actos de Infer. De alguna manera, encontraba fascinación en la perversidad y el sadismo de su amado demonio. Cada grito de dolor y cada gemido de sufrimiento resonaban en su ser, despertando en él una extraña excitación y una oscura satisfacción.
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You never know
RandomMadeleine, es una niña alegre que de pronto se ve envuelta en un trágico suceso que cambiará su vida por completo. Descubre su historia y otras más.