La oscuridad acechaba en los rincones más profundos del alma de Infer. Había tejido una red de engaños y manipulaciones que lo habían llevado a obtener poder, pero ese poder era aún insuficiente para sus ansias de dominación. En su afán de encontrar una fuente de energía más poderosa, Infer se sumergió en un plan retorcido y maquiavélico.
Consciente de la vulnerabilidad de los niños y su facilidad para ser influenciados, Infer encontró refugio dentro de una inocente niña. El rostro inocente y las miradas ingenuas eran su disfraz perfecto, ocultando su verdadera naturaleza demoníaca.
Infer sabía que un adulto no ofrecía la misma energía pura y desbordante que emanaba de un niño. Los corazones y las mentes de los pequeños eran un pozo inagotable de emociones, temores y anhelos. Eran una fuente de poder que alimentaba sus más oscuros deseos.
Así, oculto en la apariencia frágil de una niña, Infer continuaba su búsqueda implacable de poder y dominio. Su sed insaciable de energía lo llevaría a adentrarse en un mundo donde la inocencia y la crueldad se entrelazaban, dejando un rastro de destrucción y dolor a su paso.
Los primeros días dentro de la mente de Madeleine fueron una danza siniestra entre la oscuridad y la luz. Infer se adentró en los recovecos más profundos de su conciencia, susurrando palabras retorcidas y sembrando semillas de desesperación. Manipulaba los pensamientos de la niña, alimentándose de su energía vital.
Desde las sombras, Infer exploraba sus sueños, tejiendo un tapiz retorcido de ilusiones y terrores. Le mostraba imágenes distorsionadas de su pasado, haciendo que cuestionara su propia identidad y sembrando el caos en su inocente corazón.
Infer se alimentaba de los miedos de Madeleine, creando una espiral descendente de autodestrucción en su frágil psique. En cada pensamiento negativo, en cada lágrima derramada, Infer encontraba un nuevo impulso para su sed de poder y control.
Sin embargo, la mente de Madeleine no era un terreno fácil de conquistar por completo. Aunque envuelta en las sombras, la chispa de la inocencia y la bondad seguía ardiendo en su interior. Esa pequeña llama de esperanza y resistencia luchaba por mantenerse viva, desafiando los oscuros designios de Infer.
Mientras Infer tejía sus planes, Madeleine comenzaba a experimentar cambios en su comportamiento y pensamientos. Un aura de melancolía y tristeza envolvía su ser, y aquellos que la conocían notaban una sombra que oscurecía su brillo infantil.
...
En una noche lluviosa y tormentosa, Madeleine se encontraba acurrucada en su cama, presa del miedo que la embargaba cada vez que los truenos retumbaban y los relámpagos iluminaban el cielo oscuro. Los ruidos amenazantes del exterior desataban una tormenta interna en su frágil mente.Infer, había detectado la debilidad de la pequeña y tomó provecho de su temor. Sus palabras furtivas se entrelazaron con el sonido de la lluvia que golpeaba la ventana, susurrándole ideas distorsionadas y sembrando semillas de angustia en su mente inocente.
La madre, preocupada por la tormenta y el estado de Madeleine, se acercó a su habitación en medio de la noche para brindarle consuelo. Pero antes de que pudiera pronunciar una palabra de aliento, Infer ya había montado una red de manipulación alrededor de la niña.
Madeleine, poseída por la influencia de Infer, se levantó de su cama con una mirada vacía en los ojos. Su rostro reflejaba una mezcla de miedo y determinación retorcida. La tensión en la habitación aumentó rápidamente. El forcejeo entre Madeleine y su madre desató un caos desgarrador. Juguetes se derramaron por el suelo, desafiando la gravedad en medio del enfrentamiento. Dibujos delicados, llenos de inocencia y alegría, colgados en las paredes, se desprendieron y cayeron al suelo, desgarrados como los vínculos que se rompían en aquel instante.
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You never know
RandomMadeleine, es una niña alegre que de pronto se ve envuelta en un trágico suceso que cambiará su vida por completo. Descubre su historia y otras más.