Prólogo

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Corría el año 1974, cuando en un contenedor de basura del vertedero municipal, a las afueras de Rosantario, la ciudad de la fiesta y el desenfreno, se encontró el cuerpo sin vida de una joven. Tenía una sola herida, una puñalada certera y mortal en el corazón. La policía no halló ninguna pista, ninguna huella, ningún testigo que pudiera ayudar a resolver aquel macabro crimen. Lo que no sabían era que ese cadáver era solo el primero de una larga lista de víctimas, que durante seis años sembrarían el terror en la ciudad. El asesino, que actuaba con una crueldad y una astucia excepcional, se esfumaba sin dejar rastro después de cada crimen. 

La prensa lo bautizó como el "Homicida de la máscara de lobo", por el testimonio de un anciano que afirmó haberlo visto huir una noche, ocultando su rostro tras una máscara de aspecto lobuno. Pero nadie más pudo confirmar esa versión, y el misterio se hizo cada vez más grande. En 1980, los asesinatos cesaron de repente, como si el asesino hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Hasta el día de hoy, su identidad sigue siendo un enigma, y su sombra acecha en cada rincón de Rosantario.

Legado #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora