UN PUEBLO DE COSTA

2 3 0
                                    

Aquel que venga de la ciudad de Guantánamo por toda la costa sur encontrará varias localidades costeras, pequeños poblados muy hermosos en algunos casos, uno de estos pueblos es San Antonio del Sur, es un municipio de la provincia Guantánamo, un lugar impresionante por su belleza, por su gente, por su historia.
No voy a detenerme, (contrario a toda ética) en hacer una descripción geográfica del municipio, pues en el transcurso de la narración aparecen todos los elementos que nos serán importantes conocer; por ahora sólo nos limitaremos  a describir el poblado de esta localidad.
Es San Antonio, como hemos dicho, un pueblo costero, sin embargo, no tiene como Maisí salida al mar por el Norte, en este aspecto, Maisí es aventajado por ser una prolongación rodeada de mar, aunque el municipio que nos ocupa  limita al Norte con los  municipio de Manual Tamez, Baracoa y Yateras, es decir, (Noroeste y Nordeste), por el Este con Imías, por el Sur con el grandioso Caribe y por el Oeste como hemos dicho con Yateras.Tiene San Antonio una economía completamente agrícola, representada por varios cultivos, destacándose en ella la Cuenca del Valle de Caujerí, precisamente de este bello lugar insignia del trabajo de este hermoso municipio,  es que nace nuestra historia, la cual llega del Valle un merecido reconocimiento, una densa neblina cubría el Valle, la madrugada llegaba a su fin, el frío  se colaba por las junturas de la pared  con el techo, era la época en que los más madrugadores se quedaban un rato más entre las sábanas, nadie quería exponerse al frío, en este tiempo decía el viejo Ángel que había que ordeñar con abrigo, sin embargo,  Lucila jamás había sentido frío en el Valle, ella decía que había que madrugar para que el frío se saliera de los huesos , se lo decía a sus muchachos. Tenía tres hijos los que tuvo  que criar sola,
su marido   había sido muerto por una descarga eléctrica, ella tuvo que atender animales y la finca, en ese entonces los muchachos eran pequeños, después  tres  Jóvenes muy fuertes y hechos a la vida del campo a pesar de haber estudiado. Sí, porque el mayor que se llamaba como su padre Emilio Noguera, era Ingeniero Agrónomo, muy ducho en  el campo, se conocía la foresta tan profundamente que le gustaba dormir al aire libre, medía unos cinco pies y ochenta centímetros, espigado pero musculoso, de piel trigueña, pelo negro,  ojos negros y nariz recta con las aletas un poco curva, su boca de labios finos y pequeños. Poseía Emilio pleno dominio y respeto sobre sus dos hermanos menores, los cuales por haber perdido a su padre desde pequeño habían estimado como tal a su hermano mayor. Era el segundo mucho más alto que todos, medía un metro noventa centímetros, con doscientos treinta libras, un poco más claro que Emilio, tenía el pelo castaño, los pómulos un poco saliente, ojos pardos, nariz recta, aunque un poco ganchuda  en su extremo, sus labios más gruesos que los de Emilio, su nombre Hipólito, sus hermanos lo llamaban (Lito), sus amigos (Polo), tenía lito una fuerza descomunal, sin embargo era Ingeniero Mecánico. El tercer hermano e hijo menor de Lucila se llamaba Samuel, era un joven muy apuesto, era el más bajo de los tres hermanos, medía Samuel un metro con setenta y ocho centímetros, pesaba unas ciento treinta  libras, era muy ágil de una mente sagaz, muy rápido para sus análisis, conocía de muchas cosas, aunque su profesión hacía muy poco que lo ejercitaba, pues era el tercero de los Ingenieros, Termo energético. Samuel era trigueño como Emilio, tenía un pelo muy negro y sedoso,  su rostro parecía hecho a pincel, tenía el mejor rostro de los  tres, muy reservado y analítico, a lo que su hermano Emilio le llamaba  el mejor nombre puesto   y decía esto porque para él el que tenía el mejor nombre era Samuel.
Lucila vivía orgullosa de sus muchachos, a pesar de que ya el menor tenía veinticuatro años, siempre para el mes de agosto se le llenaba el ¨cuartel¨, pues venían sus hijos que trabajaban fuera (los dos menores), ya que Emilio  vivía y trabajaba allí con ella.
Emilio atendía una granja en el Valle, la cual era la envidia de la zona, como hemos dicho, el mes de agosto para Lucila significaba estar todo el día ante el fogón, pues según sus propias palabras sus hijos trabajaban como mulos en la finca,  así como los arreglos de ésta y la casa, pero comían como lobos.
Sus hijos reían ante estas ocurrencias, pero, antes de continuar con los hijos, veamos como era la madre, Lucila fue una mujer muy atractiva , pero no por ello se envaneció, atendía los quehaceres domésticos, nunca necesitó hombre , tenía unos cincuenta y tantos años, era de piel blanca con cabellos castaños, una mujer corpulenta de aproximadamente un metro con ochenta y tres centímetros, tenía su hijo Lito un gran parecido con ella, las cejas muy pobladas, sin arreglar, así como sus manos de dedos gruesos por el ordeño . Lucila siempre vestía de un pantalón verde olivo, con botas y una camisa de trabajo de hombre, llevaba siempre un sombrero de yarey anudado por un codón al mentón,  funda y machete al cinto.
La familia vivía en una casona de madera y tejas de barro, tenía piso de baldosa y estaba amueblada con gusto. Poseía cuatro habitaciones ,  una enorme sala, comedor , cocina y un baño, junto a la cocina en un ángulo de ésta había un pozo con una bomba de mano, luego un enorme patio  rodeado de frutales, en este patio la letrina hecha de madera con techo de tejas y  otra edificación que parecía ser un cuarto de desahogo, pero que en otra época debió ser la casa principal, era ésta de tablas y guano de palmas, en el mismo centro del patio llamaba la atención una pequeña caseta con un motor dentro , era una pequeña planta para generar electricidad, aunque la vivienda en estos momentos estaba conectada a la red nacional.
No todas las casas eran tan cómodas como ésta en la zona, pues tenía una ubicación de privilegio, como fondo, altas mesetas y el frente era todo el Valle, por el Este había fincas y llanos, al final levantándose majestuoso un enorme picacho que parecía perderse entre las nubes
De esta zona provenía el azote del Valle, le decían así a una oleada de animales silvestres que durante la noche arremetían contra los cultivos y animales domésticos, entre otros bajaban perros jíbaros , ganado vacuno,  venados, puercos, burros, estos últimos en una gran cantidad tantos que hacían un estrago enorme en los sembrados, pero había algo aún peor, algo que nadie había podido comprender nunca, sólo sus huellas  habían quedado en la tierra removida, era una especie de media luna con dos perforaciones , una en cada borde, habían algunos vecinos del lugar que decían haber visto algo parecido a un enorme gorila que se llevaba varias gallinas , tenía el rostro cubierto de pelos, así como la espaldas, que emitía sonidos como los de un cerdo o un perro al atacar. Era cierto que las gallinas, cabras y algunos cerdos se perdían, pero siempre se les echó la culpa a los bebedores cuando armaban sus juergas, sin embargo, un lamentable acontecimiento vendría a poner sobre el tapete nuevas evidencias sobre la presencia de aquel extraño ser.

La Criatura del ValleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora